Los medios de comunicación indios ya se empiezan a referir a Noida, una localidad cercana a la capital, Nueva Delhi, como "el pueblo de los desaparecidos". Decenas de conmocionadas personas se desplazaron el sábado a una casa de esta ciudad, donde el día anterior la policía había encontrado los esqueletos de 15 niños. Algunos de los restos habían sido enterrados en el patio de la vivienda; otros, simplemente arrojados al desagüe. Según la investigación, todos los fallecidos, de entre 3 y 14 años, fueron antes violados.

En esta casa de los horrores, los padres de los desaparecidos, que portaban fotos de sus hijos, vieron como la policía encontraba el cadáver de una nueva víctima, la número 16. Se espera que esta cifra vaya en aumento, pues en los últimos años ha habido 38 desapariciones de niños en Noida, siempre, según contó un lugareño al diario Hindustan Times, en un radio de 100 metros de la vivienda.

ENFERMO MENTAL Hay, por el momento, dos detenidos. El primero, un empleado del hogar llamado Surenda Satish, padre de una niña de 3 años, descrito por la policía como "mentalmente enfermo" y bautizado como el Carnicero de Noida, ya ha confesado que que violó y asesinó a seis menores tras atraerlos con "chocolatinas". Estos actos contaban con el consentimiento y aprobación del segundo detenido, el empresario Mohinder Singh, dueño de la casa, según declaró él mismo. Y hay, además, un tercer sospechoso, vecino de la vivienda contigua e implicado hace unos meses en un caso de tráfico de órganos.

Todo empezó con una niña llamada Payal, desaparecida el pasado 4 de junio. Tras asesinarla, Satish utilizó el teléfono móvil de la menor, lo que permitió que los agentes dieran con él rastreando las llamadas. La investigación llevó a la vivienda y allí la policía fue encontrando un pequeño cadáver, y otro, y otro, hasta llegar a los 16 actuales.

La noticia no fue ninguna sorpresa para los habitantes de Noida, y menos aún para los de Nithari, el barrio donde se registraron los crímenes, una zona en la que la mayor parte de la población es de extracción humilde, por lo que no es extraño que los niños vaguen por las calles sin ningún control. "Las fuerzas de seguridad no nos hicieron ningún caso", dijo el tío paterno de una de las víctimas.

Fue esta ira popular por la supuesta inacción policial la que llevó el pasado sábado a que los padres lanzaran piedras contra los agentes que trabajaban en la casa donde se encontraron los cadáveres. La policía ha negado las acusaciones.