Ayer en Olivenza, sin que se redondeara la tarde, se vivió una hermosa tarde de toros. No fue completo lo que se vivió en el hermoso ruedo de esta plaza única, y ello sucedió porque la corrida de Fuente Ymbro no rompió a embestir.

Fue un encierro bien presentado porque precisamente ayer Olivenza debutaba como plaza de segunda. Fue parejo y bonito, pero varios toros acusaron falta de fuerzas. Algún otro manseó en exceso, y hubo otro que era imposible que embistiera porque estaba hecho cuesta arriba.

Pero El Juli pudo con todo, en especial con un quinto toro justo de raza pero de buena condición, al que cuajó de principio a fin. Podíamos detallar la faena, en cuanto a las series que se fueron sucediendo, una a otra, y siempre a más, primero en redondo con la diestra y después tirando del astado al natural. Lo podríamos hacer para explicar que fue un trasteo a más, muy intenso. Pero sobre todo quedó el regusto de un torero apabullante.

Porque esa faena de El Juli se cimentó en tres aspectos: en el corazón que puso el torero, en la cabeza para saber en cada momento lo que tenía que hacer, y en una técnica magnífica. En resumen, en la gran capacidad de este artista, capaz de llevar a los toros por abajo, que es por donde se hace el toreo grande, como pocos matadores son capaces de hacer.

Paseó los dos trofeos de este segundo toro de su lote, mientras que ante su primero poco pudo hacer por las pocas fuerzas con las que llegó al último tercio. Lo toreó bien a la verónica pero allí acabó el lucimiento.

Perera también brilló, sin poder rematar la tarde pues el sexto también flojeó y protestó en algunas fases de su lidia. Se encontró a un torero que puso todo de su parte, pero a su trasteo le faltó continuidad por las condiciones del animal.

OREJA EN EL TERCERO Al tercero le cortó Perera una oreja y en ese toro se vio a un diestro con otro concepto del toreo a la verónica por la forma de adelantar el capote. Tras un inicio de faena clásico en él, con los pases cambiados por la espalda, llevó al toro con suavidad en tandas magníficas en redondo por lo bien que pulseaba una embestida justita de todo.

Y a Morante, uno de los protagonistas de la polémica acerca de la concesión de la Medalla de oro de las Bellas Artes a Rivera Ordóñez, se le esperaba. Ese hecho no incidió para nada en la corrida, pues los aficionados ayer estaban ajenos a ello.

Al toro que abrió plaza le hizo una faena personalísima, muy inspirada. Ya en el inicio por alto cimbreando la cintura. Siguió en redondo con la derecha, con la virtud de dejar el engaño en la cara para ligar, logrando otra también espléndida al natural. Con el toro rajado y ya junto a tablas, aún remató con una tanda final de gran calado. No cortó la oreja pero dejó su impronta.

El cuarto fue el peor pues sus hechuras cantaban que no iba a humillar. No lo hizo y se defendió, aunque Morante se puso en el sitió y lo intentó.