Un artista debe ser un afanoso creador, un inventor de anécdotas ignotas, de visiones inverosímiles, de lugares inexplorados y de objetos insólitos. Para esto ha de valerse de todo tipo de elementos y reflexiones. Ahora bien, cabe la posibilidad de que en ese afán por materializar su propuesta o su mensaje, el artista se adentre en terrenos escabrosos. A veces ocurre que algunos anteponen su intención de buscar la polémica o el escándalo a la propia calidad artística. De un tiempo a esta parte, algunos olvidan que el arte no está exento de ética, y se lanzan a realizar sus composiciones incluso con animales a los que maltratan. Hace años un artista costarricense dejó morir a un perro de hambre en una feria de arte de Nicaragua. Ahora hay grillos vivos pegados a una pared. Lo que menos se espera del artista, y el arte no admite, es el maltrato y muerte de un ser vivo.