Antes de que finalice este año, el Almacén Temporal Individualizado (ATI) de la Central Nuclear de Almaraz (CNA) albergará su primer contenedor con combustible usado. Con la obra civil acabada desde hace meses y con todas las autorizaciones administrativas necesarias concedidas, en el almacén apenas si falta ya montar algunos equipos y dar los últimos remates en el interior de los edificios de los que está dotado. Se trata de las dependencias destinadas a control, protección radiológica y seguridad física.

Ubicado en el norte de la central, el almacén ocupa un espacio de dos hectáreas y media. De ellas, 3.700 metros cuadrados corresponden a una zona pavimentada y delimitada por un muro de hormigón de cinco metros de altura, en cuyo interior se sitúa la losa sísmica sobre la que se depositarán los contenedores. Con unas dimensiones de 50 por 21 metros y uno de grosor, sobre esta superficie de hormigón armado irán dispuestos un máximo de veinte módulos, distribuidos en dos filas de diez. De momento, a la planta cacereña han llegado tres, si bien dos de ellos están solo temporalmente. Son propiedad de la empresa ENSA (que es la que los diseña y construye), y han servido durante los últimos meses para hacer los ensayos ‘in situ’ de su manejo. «Este verano han terminado las últimas pruebas grandes, pero seguimos haciendo pruebas. Cuantas más hagamos, mejor», subraya Juan Antonio Arjona, del Departamento de Ingeniería de Planta de la CNA, que ha sido el responsable de montaje del almacén. El tercero de los contenedores, que actualmente se encuentra en el edificio de combustible, será el primero en llenarse e ir a parar al ATI.

Aunque a una escala menor, los elementos de seguridad física del almacén son similares a los que tiene el conjunto de la planta. Cuenta con tres vallados metálicos, uno de ellos doble. Estas barreras restringen en un primer momento el acceso a la instalación y luego sirven para delimitar, además, la zona vigilada y la controlada. En cuanto a la losa, resalta Arjona, está preparada para que, «ante cualquier sismo» que pudiera producirse, los veinte contenedores se mantengan «posicionados en su sitio».

La previsión es que los trabajos de carga de este primer contenedor estén concluidos antes de que finalice la próxima parada para recarga de combustible en la central, que arrancará el 29 de octubre y que se prolongarán durante 35 días. Se hará en la Unidad I, cuya piscina es la que se encuentra ya a punto de saturarse.

Todo el proceso, desde la extracción de los elementos gastados y su introducción en el contenedor —que se efectúa de forma automatizada— hasta el traslado de este al ATI, se prolongará durante unos ocho días. En estas tareas tomarán parte siempre un mínimo de entre 25 y 30 personas, trabajadores de la central, pero también de otras empresas especializadas.

Una vez ya cargado, el traslado del módulo desde el edificio de combustible hasta el ATI se realizará en una plataforma remolque. El transporte, de unos 25 metros de longitud, tardará unas dos horas en recorrer el apenas kilómetro y medio de distancia que separa el almacén del edificio de combustible. «Por razones de seguridad, no se pueden exceder los tres kilómetros por hora», aclara Juan Antonio Arjona.

Ya en el almacén, junto a la losa aguardará una grúa móvil de doce metros de altura y con capacidad para elevar hasta 150 toneladas (el contenedor pesa 130), que será la que voltee el depósito y, ya en posición vertical, lo deje sobre la estructura de hormigón. Posteriormente, se le conectará el elemento que permitirá controlar permanentemente que la presión que hay en el interior de los recipientes no sufre ninguna alteración.

32 ELEMENTOS POR CONTENEDOR

Con un coste que ronda los 2 millones de euros por unidad, cada uno de los contenedores tiene unas dimensiones de cinco metros de altura por 2,65 de diámetro y cuenta con capacidad para guardar hasta 32 elementos de combustible irradiado. Se trata de un modelo de doble propósito, por lo que sirve tanto para almacenamiento como para transporte. La central estima que tardará alrededor de cinco años en tener ocupados los veinte que puede acoger como máximo su ATI. Todos ellos permanecerán en la planta cacereña a la espera de que se construya un Almacén Temporal Centralizado (ATC) al que trasladarlos.