Hace ya casi un año (el 3 de marzo) que Irene Corrales contrajo el covid-19 sin saberlo. La infección activa y confirmada desapareció a finales de mayo, pero no ha dejado de tener síntomas relacionados con la enfermedad. «Cada día es algo distinto. Casi todos me duele una pierna, a veces no puedo ni andar, pero otros días me duele mucho la cabeza, la espalda, me siento muy cansada, el gusto lo tengo al 40% y el olfato al 75%, tengo pérdidas de memoria, las idas de pinza son constantes, la concentración nefasta... y la tos no se me ha quitado nunca. De hecho, es que no puedo llevar mascarilla porque me asfixio», cuenta esta cacereña de 27 años. Justo antes de infectarse se estaba preparando las oposiciones para ser Policía Nacional, pero ha tenido que abandonar la ilusión y el esfuerzo ya realizado. «A veces me cuesta levantarme de la cama, entrenar dos horas diarias es imposible y lo que antes estudiaba en dos horas me lleva ahora tres días. Desde el 3 de marzo no he vuelto a ser quién era», cuenta.

Florencia Vadillo, de 56 años, fue otra de las primeras extremeñas contagiadas. Dio positivo en covid-19 en marzo mientras trabajaba en una residencia de mayores de Cáceres y estuvo infectada hasta mayo. Ahí llegó su primera PCR negativa. Se fue el virus, pero no los síntomas que tenía. «La fatiga y la afonía no me han faltado ni un solo día y a veces me duelen las piernas, la espalda, la cabeza, sigo teniendo tos... el olfato y el gusto lo recuperé a los ocho meses. Quiero ser optimista, pero es que esto no tiene fin». Ella contagió a su madre, de 80 años: «Estuvo ingresada y se recuperó bien. Ahora salimos juntas a pasear y es ella la que tiene que esperarme a mí porque tengo una fatiga horrorosa». Todavía no ha podido incorporarse a su trabajo.

Tanto Irene como Florencia han superado la infección por covid-19 y tienen anticuerpos, pero el virus parece que continúa en su interior. Son los pacientes de lo que se está llamando covid persistente o de larga duración (long covid, en inglés): «es el complejo sintomático multiorgánico que afecta a aquellos pacientes que han padecido la enfermedad covid-19 (con diagnóstico confirmado o sin él) y que permanecen con sintomatología (no secuelas) tras la considerada fase aguda de la enfermedad, persistiendo los mismos en el tiempo». Así es como lo define por ahora la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG), que está poniendo el foco en esta realidad.

El Ministerio de Sanidad reconoció en enero la existencia de este síndrome en su boletín de información científica-técnica sobre coronavirus, en el que se cita además una encuesta realizada por la SEMG (ver gráfico) en la que se constata que 1.834 pacientes de 2.000 consultados sufrían síntomas doce semanas después de superar el covid-19 (según la OMS los enfermos suelen recuperarse entre 2 y 6 semanas después del contagio).

Ambas extremeñas no han dejado de pasar en este último año por diferentes médicos especialistas y no encuentran un diagnóstico claro. «Me han visto neurólogos, neumólogos, reumatólogos, en inmunología y ahora me tienen que valorar en medicina interna y no me ven nada», cuenta Irene. «Lo único que quiero es que alguien me diga si esto se me va a quitar o no», añade Florencia.

NUEVA ASOCIACIÓN / Lo que buscan son respuestas, dar visibilidad a lo que les está pasando a ellas y a mucha gente más después de pasar el coronavirus (diversos estudios estiman que entre el 10 y el 20% de los contagiados son persistentes) y llamar la atención de los profesionales para que se investigue esta situación y se encuentre tratamiento. Por eso han creado, junto a una tercera afectada de Mérida, Covid Persistente Extremadura (covidpersistentextremadura@gmail.com), un colectivo (integrado en la plataforma nacional Long Covid ACTS,) que ya lleva meses luchando en otras comunidades. «Cuando se nos conozca y después de esta tercera ola que ha sido fuerte, van a empezar a salir muchos más casos en Extremadura», apunta Irene. Pese a los problemas que les ha dejado el covid, ambas quieren ser optimistas. «Me ha tocado a mí; mañana no sé cómo me voy a levantar, pero tengo a toda mi familia conmigo».