"Todavía estoy sin palabras. El agua y el granizo anegaron el taller que está destrozado. Me llegaba el agua por la cintura y flotaban disolventes, herramientas, coches,... Llevamos en San Blas 23 años y nunca hemos visto nada igual. Aún estoy exhausto. De aquí comemos tres familias y mira cómo está todo", contó Jacinto Iglesias.