En pleno proceso de renovación tecnológica, y además estrenando ley regional después de un conflicto con la Administración que duró un lustro y terminó en el Constitucional, los farmacéuticos recibieron la mala nueva de que Bruselas pretendía obligar a España a liberalizar el sector.

Esta pretensión iba en dos sentidos. Por un lado, eliminar cualquier condición a la apertura de boticas, tales como el mínimo de población o las distancias, y por otro, permitir que personas distintas de los farmacéuticos pudiesen comprar o instalar farmacias.

Colegios oficiales y asociaciones de empresarios, apoyados tanto por la Administración regional como por la estatal, rechazaron de plano este modelo, que, según ellos, abocaría al cierre a multitud de farmacias rurales (la mitad de las que existen en la región) ya que "quién iba a mantener una botica en un pueblo pequeño si se podía instalar libremente en la ciudad", y acabaría con la universalidad en el acceso a la atención farmacéutica.

Como ejemplos, se citaba que en Extremadura hay una botica por cada 1.500 habitantes, mientras que en donde rige el modelo que pretendía Bruselas hay una por cada 12.000 habitantes. Además, la entrada de capital ajeno al sector provocaría que las farmacias acabasen en manos de grandes cadenas, que serían las que a medio plazo manejarían este sector.

La inseguridad creada por este enfrentamiento entre la UE y España tuvo otras consecuencias. Es el caso de María (nombre supuesto) farmacéutica que lleva casi una década con contratos temporales de sustitución con la esperanza algún día de tener su propia botica. "¿Quién se iba a meter en un traspaso, con lo que te piden, para que luego te pusiesen otra farmacia enfrente?", explica.

Y es que los precios para hacerse con una botica no son como para ir a la aventura. Por una farmacia en una ciudad extremeña le pedían 3,5 millones de euros. En un pueblo mediano, casi dos millones, y en una localidad de menos de 1.000 habitantes, 1,1 millones. "Ya antes de todo este tema de la liberalización era difícil. Ten en cuenta que el margen que deja la farmacia lo tendrías que destinar casi por completo a amortizar el préstamo, y aún así tardarías no menos de 40 años en pagarlo", indica.

Ahora las aguas parecen haber vuelto a su cauce. Tanto Cecilio Venegas, presidente del Colegio de Farmacéuticos de Badajoz, como Juan Vacas, integrante de la dirección nacional de la Federación de Empresarios de Farmacia, apuntaron que la pretensión de liberalizar el sector "está parada". La propia UE, al considerar finalmente las boticas como establecimientos sanitarios y no como comercios normales deja a las autoridades de cada Estado la ordenación del sector.

Además, la entrada de capital ajeno a los profesionales farmacéuticos en la compra de boticas ha quedado limitado al 25%.

Eso ha devuelto la calma a las farmacias, pero a María siguen sin salirle las cuentas. "Como no bajen...", señala, aunque tiene pocas esperanzas de que esto ocurra. La única solución para afrontar la inversión sería asociarse a otro farmacéuticos y pagar a medias, lo que les permitiría además ahorrar un sueldo.