DOHA. A bordo de un avión de transporte, los enviados norteamericanos Zalmy Jalilzad (derecha) y Larry Dirita (izquierda) parecen escrutar el futuro. Del futuro más inmediato de Irak hablaron más tarde cerca de Nasiriya con parte de la oposición del país. No fueron los únicos en ir al encuentro trajeados y encorbatados. No iban a estrechar las manos de los iraquís de a pie. Todos iban a dibujar en una sala el futuro de un pueblo que, en la calle, expresó descamisado su rechazo. Tan cerca, tan lejos. EVA PERUGA