Alberto Ruiz Gallardón se vendió ayer ante Mariano Rajoy como la mejor baza para ganar las próximas generales. Hasta ahora había manifestado su ilusión por acompañar a su jefe en un puesto destacado de las listas al Congreso. Pero ayer esgrimió también su aplastante victoria en Madrid como mérito añadido. Si el PP sigue su ejemplo --vino a decir--, tiene posiblidades. Y lo que ha hecho él es convencer a los madrileños de que el "centro integrador" es el camino y la moderación funciona, mal que le pese a algunos compañeros de partido y a la COPE.

Durante una comida en la que estaba presente el líder y casi toda la cúpula del PP, Gallardón afirmó que Rajoy "tenía razón" al marcar una línea "moderada", con la que coincide. Como vio claro que no procedía pecar de arrogante, intentó, no sin dificultades, pasar por humilde. Dijo que ser alcalde y ayudar a Rajoy a ser presidente son sus prioridades. Y subrayó que es famoso por su "determinación", y que hay "pocas cosas" que se proponga y no consiga.

La receta consistió en recordar que, desde Madrid, ha brindado al PP "su primera gran victoria en toda España desde hace siete años", al identificar "perfectamente dónde está el centro". Tampoco ahorró loas para el líder. Que si Rajoy no se le cae de la boca "ni del corazón", que si ya no se siente "un verso suelto" en el PP sino parte "del mismo poema" porque está a las órdenes de un presidente "fuerte pero participativo"... Hasta prometió llevarse bien con Esperanza Aguirre, y recordó que cuando se ha quedado "en minoría" en el PP ha acatado las decisiones de la mayoría.

"CADAVER POLITICO" Además, recordó que el derrumbe del PSOE en Madrid es de José Luis Rodríguez Zapatero. Y "no un fracaso más", sino la constatación de que los electores, más que "fórmulas mágicas", quieren propuestas de futuro.

Gallardón ha olvidado ya al socialista Miguel Sebastián como contrincante, aunque no el "daño y dolor" que le causó al intentar "desestabilizar" su vida personal. Dicen que no hay mejor desprecio que no hacer aprecio. Así que a Sebastián ni siquiera le considera "cadáver político", porque "antes hay que haber estado vivo".

Pero como hay que empezar a medirse con los de arriba, se estrenó en los ataques duros al presidente. A Zapatero lo calificó de "paréntesis en la historia de España" y le acusó de pilotar la "involución institucional" en Navarra. En su opinión, "la descomposición" del PSOE acaba de empezar y partidos como el que quiere impulsar Fernando Savater pueden ser una "recomposición posterior".