Jean-Luc Lacour personaliza uno de los trabajos más técnicos que se están realizando en la actual parada y recarga de la Unidad II de Almaraz. Se encarga, mediante un robot, de comprobar el estado de la tapa de la vasija del reactor, cuyo aislamiento se va a mejorar. "Tod está muy bien; bajo mi punto de vista, perfecto", apostilla.

Este francés recorre su país y España de recarga en recarga de centrales nucleares. Por eso asegura que el trabajo que están realizando es rutinario, común a lo que hacen en cualquier otra planta de estas características: "Yo lo comparo con la revisión de un coche". Eso sí, el grado de concentración y exigencia es máximo. "Hay que tener mucho cuidado y prestar mucha atención. Siempre has de tener en cuenta que estás en una central nuclear, que esto no es una empresa o una fábrica de bombones y caramelos".

Su conocimiento del panorama nuclear galo --país que tiene más de medio centenar de reactores -- y español --solo hay nueve (Almaraz I y II, Ascó I y II, Cofrentes, Santa María de Garoña, José Cabrera, Trillo y Vandellós)-- le permite sentenciar que "Almaraz no tiene nada especial con respecto a otras centrales" y que incluso entre las instalaciones de un estado y otro "las diferencias son pequeñas, de organización. Aquí se hacen las cosas de una manera y allí de otra".