La doctora alemana Astrid Müller lidera a nivel mundial las investigaciones sobre la compra compulsiva, un trastorno al alza que, considera, debería reconocerse como enfermedad mental y clasificarse como adicción, en la línea de la ludopatía.

-¿Está aumentando significativamente la compra compulsiva?

-Sí, está creciendo por dos razones: el aumento del comercio online, pues hay evidencias de que el trastorno de compra presencial está emigrando hacia el mercado electrónico, y los altos valores materialistas en las sociedades consumistas.

-¿Cuál es su incidencia en la población?

-Recientes metaanálisis indican una prevalencia estimada del 5% de la población adulta. Pero esos resultados están basados en encuestas, se necesita hacer entrevistas para detectar la tasa real. Hay firmes evidencias de que los jóvenes tienen una mayor tendencia a este trastorno y que afecta a más mujeres que hombres, pero en los más jóvenes no se hallan diferencias entre sexos.

-¿Cómo podemos reconocer a un enfermo con este trastorno?

-Los signos típicos son: Una extrema preocupación y urgencia por comprar e ir de compras; recurrentes episodios en los que gasta más de lo que puede, a veces endeudándose, causando problemas en la vida familiar y en las relaciones personales, e incluso en algún caso llegando a conductas delictivas. Los episodios de compra compulsiva están inicialmente relacionados a las necesidades de satisfacción emocional o de identidad. Por eso, la mercancía comprada rara vez o nunca es usada; es escondida, olvidada o regalada. El problema se caracteriza por fluctuaciones en la severidad, incluso por un proceso crónico que empieza en la adolescencia. Normalmente, los afectados son conscientes de su patología mucho después.

-¿Qué les lleva a esas conductas?

-Las motivaciones primarias son la regulación de las emociones: Escapar o evitar conflictos sociales, estados de ánimo negativos, y la ilusión de ganar identidad, prestigio, con la posesión de cosas materiales.

-¿Cómo influye internet?

-Es mucho más rápido y fácil, y ofrece muchos productos e informaciones. Poder comprar en cualquier momento y desde cualquier lugar incrementa el riesgo de la adquisición incontrolada. Los afectados prefieren comprar en solitario, de forma inadvertida, escondiendo los productos a amigos y familiares. El mercado electrónico permite esa invisibilidad y privacidad. Las alertas de las últimas novedades, la publicidad online, los chats con otros compradores o vendedores... contribuyen a la adicción. Además, el envío gratuito y las opciones de crédito retrasan las consecuencias del desaforado gasto. Más aún, hay tiendas online que permiten el anonimato.

-¿Está asociado a otras condiciones psiquiátricas?

-Sí, estos pacientes sufren alta comorbilidad psiquiátrica, sobre todo ansiedad, depresión, apetito desenfrenado, adicción al juego y a sustancias, y trastornos de personalidad.

-¿Cómo prevenir esta adicción?

-Distribuyendo información sobre el trastorno, empezando por los adolescentes. La gestión del dinero, el consumo adecuado y el uso del comercio online deberían incluirse en la escuela. No hay que ignorar o disimular los síntomas de la compra patológica. Es importante no moralizar o castigar a los afectados.