El negocio presencial de las apuestas deportivas ha florecido significativamente en España en los últimos años. Con todo, el grueso del volumen del juego se concentra ‘on line’. Los más de 5.273 millones jugados en el 2016 en webs, tanto nacionales como autonómicas, multiplican por 3,7 las cifras de las apuestas presenciales (1.425 millones de euros). Asociaciones extremeñas que combaten la ludopatía avisan de los peligros que supone el abuso de cualquiera de estos canales y de cómo se está disparando la cifra de quienes atienden por este tipo de problemas. «Cada semana vienen dos o tres personas», resalta Antonio Regalado, presidente de la Asociación Extremeña de Jugadores de Azar en Rehabilitación (Aexjer). «Llega gente con la soga al cuello, muy hipotecada, que su mujer y él están trabajado y a lo mejor el día cuatro o el cinco de mes ya no tienen un duro», cuenta.

«Siempre hemos tratado adicciones comportamentales y lo normal es que fueran por las tragaperras, que nos siguen llegando, pero desde hace unos dos años empezaron a venirnos casos en los que el problema era el juego ‘on line’», señala también Fátima Román, técnica de la Asociación para el Tratamiento de las Adicciones y Conductas Adictivas Atabal. «Nos ha venido de todo. Gente que ha llegado hasta a cometer estafas para sacar dinero, porque llega un momento en el que la deuda que han adquirido no la pueden asumir por ningún lado, que se han gastado el dinero para su hipoteca y tienen que sacarlo de algún sitio. O a robar a familiares», incide. En otras ocasiones, «como piden tan pocos requisitos», se recurre a los créditos fáciles para salir del paso a corto plazo hasta que la situación se hace insostenible.

Esta psicóloga precisa que con las apuestas deportivas la evolución del problema es mucho más rápida y «económicamente desestabiliza a la persona enseguida». Entre otras cosas, porque quien la sufre tiene esta adicción a su alcance las 24 horas del día. Tanto porque para acceder a ella basta un móvil como porque se puede apostar en cualquier lugar del mundo así que, sea la hora que sea, siempre «habrá una competición deportiva en marcha».

Llega un momento en el que el ludópata apuesta a todo, sea fútbol en España o carreras de galgos en EEUU, sobre todo cuando urge la necesidad de recuperar el dinero que ya han perdido, sostiene. Entonces, «como dicen ellos, se ponen a ‘meterle’ a todo».

Lo rápido que se conoce el resultado de la apuesta es otro elemento que también genera adicción. No hace falta aguardar a que acabe un partido, sino solo esperar a ver quién saca el primer córner o qué equipo es sancionado con la primera tarjeta amarilla.

Un cóctel de factores que, explica la técnico de Atabal, hace también que haya más problemas para trabajar las pautas de contención del ludópata.

Tanto ella como Regalado coinciden en que las apuestas deportivas están conllevando una disminución de la edad media de los adictos al juego y alertan de que el problema está llegando incluso a menores. «Hay chavales de catorce años que están jugando habitualmente», dice Regalado. En algunos casos, añade, porque no se controla adecuadamente la entrada al establecimiento, por lo que pide más vigilancia sobre ellos. En otros, porque «le dan el dinero a un mayor y es este el que juega». «Hay que hacer prevención. A nosotros no nos cuesta trabajo ir a los colegios y los institutos a hablarles y darles nuestro testimonio», apostilla.

También esta es una de las líneas de actuación de Atabal en materia de prevención. «Algunos institutos se han puesto en contacto con nosotros porque han detectado esta problemática. Están preocupados porque hay gente muy joven apostando», afirma Fátima Román. «Los hábitos de ocio están cambiando. Muchos chavales lo que están haciendo es quedar ya en casas de apuestas». En este sentido, cree que todavía tiene que «perfilarse» más una normativa que, entre otras cosas, aún no regula la cercanía máxima de establecimientos de apuestas a centros educativos. «Todos están a 150 o 200 metros como mucho», lamenta Regalado.