Los tiempos en los que los vehículos a gasoil parecían reservados casi exclusivamente para taxistas y otros profesionales del volante hace mucho que pasaron a la historia. De hecho, los gasolina llevan camino de convertirse en una especie en extinción: el año pasado, ocho de cada diez turismos y todoterrenos matriculados en Extremadura equipaban motores diésel, una proporción que no ha parado de crecer año tras año en la última década. Así, si en el 2001 supusieron un 61,2% de las ventas, diez años después, en el 2010, acapararon el 78,9%, según los datos facilitados por la Asociación Nacional de Fabricantes de Automóviles y Camiones (Anfac). En el segmento de los vehículos de ocasión la situación es muy similar, con los motores diésel copando casi dos terceras partes del mercado, conforme a las estimaciones de la plataforma on line AutoScout24. El "donde esté un motor de gasolina..." parece que cada vez tiene menos defensores incondicionales.

El dominio de los diésel en las ventas es incontestable pero en lo que no hay tanto consenso es acerca de si todos los que se compran un vehículo de estas características le acaban sacando un rendimiento suficiente para justificar su adquisición. Para empezar, la considerable diferencia de precios que existía hace unos años entre el gasóleo de automoción y la gasolina ha desaparecido. En enero de 1999, un litro de gasolina se despachaba en la región a 106,9 pesetas (0,63 euros) y uno de gasóleo a 89,1 (0,53 euros), con lo que el diferencial de precios era de casi el 20%. Doce años después, en enero pasado, echar un litro de gasolina en el depósito costaba 1,27 euros y uno de gasolina 1,21, con lo que la brecha se había reducido a apenas un 5,4%. Ya con datos nacionales, en el último Boletín Petrolero de la UE, el de la semana pasada, los precios rondaban el empate técnico (1,32 frente a 1,28 euros).

A esto se suman las mejoras introducidas en los motores gasolina durante los últimos años, que han ido reduciendo su consumo medio. "Todavía existe el mito del gasoil, de que consumen mucho menos, pero en nuestros modelos, por ejemplo, la diferencia entre uno y otro es como mucho de medio litro cada cien kilómetros", asegura Lorenzo Oses, de Mitsubishi en Cáceres, para quien un motor diésel es rentable a partir de los 20.000 kilómetros anuales. "Hay que andar mucho para sacarle partido, y mucha gente utiliza luego el coche solo para el fin de semana y poco más", sostiene.

Igualmente, Osés indica que son coches más costosos de mantener "por la propia configuración del motor", que incluye piezas como los calentadores o los turbocompresores inexistentes en los de gasolina. Además, "el mayor peso del motor hace que gasten más ruedas y pastillas de freno", agrega. A la hora de pasar una revisión periódica, la diferencia entre uno y otro puede ser de unos 75 euros (más caro el diésel) calcula Osés. El precio del seguro, que tiene en cuenta el coste del vehículo y la relación peso-potencia, también es algo más caro.

MAYOR CONTAMINACION Otro inconveniente es que se trata de coches más contaminantes. "En un contexto como el actual, en el que la contaminación asfixia a las grandes ciudades y el precio de los carburantes tiende a equipararse, se hace más necesario que nunca realizar un ejercicio de reflexión antes de decantarnos por una u otra motorización", sostiene Gerardo Cabañas, director general de Autoscout24, donde calculan que para amortizar la diferencia de precio de compra es necesario realizar más de 15.000 kilómetros anuales durante al menos diez años.

Mario Arnaldo, presidente de Automovilistas Europeos Asociados (AEA), no comparte esta visión. "No creo que haya un abuso de los diésel. Las cosas han cambiado mucho en los últimos cinco años. La mecánica ha evolucionado y estos coches pueden ser rentables sin necesidad de hacer demasiados kilómetros porque consumen menos y duran más", argumenta. En definitiva, una cuestión de termodinámica: siempre se sacará más partido de un litro de diésel que de uno de gasóleo.

Lo cierto es que a la hora de decantarse entre un diésel y un gasolina no puede hablarse de una motorización mejor que otra en términos absolutos. La elección más adecuada depende de muchos factores. En primer lugar de la diferencia de precio entre ambos. Tomando versiones de los cinco modelos más vendidos en España durante el mes pasado (Citroën C4, Ford Focus, Seat Ibiza y Renault Megane), las diferencias oscilan entre el 5,9% y el 15,4%. Teniendo en cuenta únicamente el gasto en combustible (a precios actuales), tardarían en amortizarse entre los 41.000 y los 65.000 kilómetros.

Si pasamos a los vehículos de ocasión las cifras no cambian mucho: los de gasolina son entre un 15% y un 20% más baratos que los de gasoil (en igualdad de condiciones), conforme a los cálculos de AutoScout24. Un Volkswagen Golf de 170 CV, por ejemplo, cuesta de media 16.686 euros si es diésel y 13.446 si es gasolina. Un Seat Ibiza (105 CV), 9.764 y 8.230, respectivamente.

Otro factor que resulta clave para saber si se amortizará un automóvil diésel son los kilómetros que se vayan a recorrer, tanto en cantidad como en calidad (si van a ser preferentemente por ciudad o por carretera), y el tiempo que vamos a tener en nuestro poder el vehículo. También será determinante nuestro estilo de conducción: mientras más agresivos seamos, el consumo se elevará tanto en uno como en otro modelo, pero lo hará en mucha mayor medida en un gasolina. Con una conducción más sosegada, las diferencias serán menores.

POR SEGMENTOS En cualquier caso, la penetración de los motores diésel sigue siendo bastante dispar en función del tipo de vehículo que se considere. Así, por ejemplo, en los segmentos A (Citroën C1 o Fiat Panda, por ejemplo) y B (Opel Corsa o Volkswagen Polo), durante los dos primeros meses del año solo supusieron un 44,4% de los automóviles matriculados, conforme a los datos de la Asociación Nacional de Importadores de Automóviles, Camiones, Autobuses y Motocicletas (Aniacam). "Comprarse un utilitario diésel es absurdo", justifica Lorenzo Osés, de Mitsubishi. En cambio, en los segmentos C (compactos como el Renault Megane o el Ford Focus) y D (familiares, entre ellos el Peugeot 407 y el Audi A4) concentraron el 77,9% y el 92,2%, respectivamente.