No todas las pegatinas contra los recortes de los funcionarios salieron ayer a la calle. Las había detrás de las mesas de despachos donde se trabajaba como un día cualquiera. Fue una de las imágenes que dejo la dispar jornada de protesta del sector público ayer en el edificio Múltiples de Cáceres, que acoge las delegaciones de nueve consejerías y otras del Estado. La actividad en este centro tan solo preguntando en los puestos de atención de la primera planta y la cafetería era normal. Ahí no faltó nadie a trabajar, pese a la labor de los piquetes que a primera hora estaban en la puerta del edificio. Sí lo hicieron en las ocho plantas superiores. Alrededor de un tercio de los trabajadores de este edificio público secundaron la huelga, según los trabajadores; el resto tenía motivos para no actuar contra una decisión de Zapatero que rechazan todos.

Pasaban las 11.30 horas de la mañana de ayer. Dos funcionarios miraban tras el cristal de la cafetería del edificio como sus colegas, en la calle, se dirigían equipados con banderitas, carteles y chalecos sindicales a la Subdelegación del Gobierno; hacia la primera concentración del día, en la que se reunieron unas 300 personas.

A cien metros de la protesta y bajo techo, la misma reivindicación sin logo sindical y desde las sillas de los despachos. Solo alguna que otra pegatina hecha a mano en el mejor de los casos anunciaba que era un día de protesta. "Una cosa es apoyar los recortes y otra a los sindicatos", se quejaba uno de los funcionarios mientras tomaba café. "No voy porque me considero un ciudadano de segunda. Si está prevista una huelga general contra el pacto social como la primera fuerza, los funcionarios somos convocados como fuerza de segunda", critica. Pero la causa más generalizada que se escuchaba por los pasillos era otra: "esta huelga ya no sirve para nada, llega mal y tarde"."Tendría que haber sido general, esto de hoy es querer quedar bien, una pantomima", decía otra funcionaria. La forma era diferente, pero las quejas contra las medidas del Gobierno, las mismas que en la calle: "nadie se acordó de nosotros en época de bonanza. No nos han subido ni el IPC. Lo único que nos diferencia de otros trabajadores es la condición de fijo, pero las oposiciones que superamos no son ninguna bicoca", se quejaba.

Aún había otra razón más para no abandonar el puesto de trabajo: "no puedo permitirme el lujo de que me quiten 60 euros más de la nómina este mes", comentaba otro empleado afectado. Al menos este pudo decidir. No fue así el caso de una auxiliar que cumplía los servicios mínimos en la delegación de la Consejería de Desarrollo Rural. "Si hubiera podido no habría venido porque es la única manera que tenemos de decir que no estamos de acuerdo". En esta planta faltó personal, pero "parece que la huelga la están haciendo la gente de la calle, hay demasiado silencio".

Un par de plantas más arriba, en Educación, la mayoría estaban en sus despachos. Sus quejas una vez más para las medidas del Gobierno y los propios sindicatos, por los que "no me siento representado". "Hoy --por ayer-- va a ser el único día que los liberados sindicales trabajen, por eso tienen que dar la nota. A ellos no les quitan nada del salario por no venir y yo con el recorte no puedo perder un día más".

El edificio colindante, el de Correos, tenía poca pinta de huelga también. La oficina de servicio funcionó al 100%, según su responsable, y en cartería solo faltó un trabajador aunque aquí tampoco nadie quiere la rebaja salarial, sobre todo porque "la mayoría de los carteros somos mileuristas ". Pero en este centro coinciden un 40% de funcionarios y un 60% de personal laboral, por lo que todos no estaban llamados a movilizarse. "Nadie te va a decir que está encantado con que le rebajen el sueldo pero tampoco puede permitirse cobrar un día menos cuando esto es ya irreversible". Otro de los motivos para rehuir esta convocatoria es que Correos tiene otra huelga mañana. "Y también la general. No podemos ir a todas si encima somos la oenegé de España".