En Extremadura hay más de 300.000 personas enganchadas al tabaco, más que en cualquiera comunidad autónoma que no sea Aragón y Asturias, con una prevalencia del 32% frente al casi 30% de media nacional. Bajar ese casi 3% de media evitaría la muerte de al menos un centenar de personas y eso es solo uno de los objetivos del Servicio Extremeño de Salud que lleva años implicado en la prevención y control del tabaquismo en la región.

Según explica Urbano Vázquez, médico y responsable del Plan de Prevención, Tratamiento y Control del Tabaquismo del SES, existe un amplio abanico de posibilidades en la región para abordar con ayuda la dependencia a una sustancia adictiva como es el tabaco, "dependiendo de cada circunstancia". Desde los consejos sanitarios por los propios médicos de atención primaria, medidas de apoyo en las áreas de salud y tratamientos multicomponentes, que constan de ayuda farmacológica, psicológica y de control y que prestan los equipos de conductas adictivas. Pero además de la ayuda en la deshabituación de consumidores, también hay estrategias de prevención para disminuir el número de personas que se incorporan al hábito.

Haciendo uso de cualquiera de estas posibilidades para dejar el vicio, o sin necesidad de ayuda externa, Vázquez prevé, según datos avanzados de sociedades científicas, que en torno al 30% de los fumadores se planteen abandonar el tabaco con el pretexto de la restrictiva normativa. "Es un momento idóneo para equipararnos a la media nacional y perder fumadores", sostiene Vázquez, que apunta que en Extremadura mueren al día cinco personas por el tabaquismo, en torno a 1.800 extremeños al año.

Con datos como estos, no cabe duda de que el tabaco "es la principal causa evitable de enfermedad y muerte", señala el doctor. Reduce el riesgo de presión arterial, espasmos, las enfermedades coronarias, previene la aparición de diferentes tipos de tumores pulmonares, "hay evidencias suficientes de los efectos negativos del tabaco hasta en 30 enfermedades". Además, en las mujeres, que van incrementado su consumo pese a que la tendencia general ha decrecido en las últimas décadas, fumar puede conllevar riesgos añadidos: disminución de la fertilidad, menopausia precoz, descalcificación ósea o osteoporosis.