Cuando se empieza en la universidad te llega la siguiente advertencia: “Aquí no se da todo mascado”. Pero ser estricto no debería confundirse con ser lejano al alumno.

Hoy en día existen profesores altivos que marcan distancias con los alumnos como si de una relación sargento vs. reclutas se tratara. Corren otros tiempos. Según el economista J. M. Keynes: "La dificultad no es tanto concebir nuevas ideas como saber librarse de las antiguas".

Un profesor tiene el deber de conocer pero también de saber transmitir, valiéndose de la combinación de metodologías modernas bajo una responsabilidad ética con el alumno, logrando algo que debería preocuparle: mantener o incrementar la motivación del estudiante.

Los buenos profesores enseñan tanto por lo que saben como por lo que son, así son los profesores de los que mejor recuerdo guardo. En el informe “Programa de mejora e innovación de la docencia” (2004), se expone que “no basta con impartir docencia, pues hay que organizar, orientar y supervisar el trabajo y el aprendizaje de los estudiantes”.

Hoy en día existen profesores que imparten sus lecciones basándose exclusivamente en un ejercicio de locuacidad oratoria que en la mayoría de los casos sirve de poco o nada.

Por otro lado, independientemente de los créditos de las asignaturas da la sensación de que cada profesor determina “el tocho” a estudiar a su gusto, lo cual supone un problema grave: asignaturas de relevancia para el futuro profesional pueden convertirse en “asignaturas maría” que requieren menor dedicación frente a otras.

Esto se controla más con el Plan Bolonia, pero el problema no está solo en las ramas sino también en la raíz.

Así, tras finalizar mis estudios universitarios desconozco la utilidad de las encuestas que con periodicidad aleatoria nos llegan a los alumnos para valorar con una nota la labor del docente puesto que parecen regirse según el sistema de calificación para el alumnado: si suspenden también repiten curso.

No dudo de los conocimientos de profesores con 40 años de carrera pero sí de sus metodologías. No hay renovación. No hay innovación.