Si con el gabinete que Rodríguez creó, tanto en el primer gobierno, como en el segundo, fue atroz de malo e inexperto y solo fue para salir en la foto, con esta última remodelación, la cosa ha ido de mal en peor. Nombrar, porque sí, como ministras a Pajín, Trini, y Bibiana menos mal que a esta última le dio la patadita, pero la dejó bien colocada, las pruebas nos está dando el resultado más que negativo que los españoles ya barruntábamos al ver que ninguno era conocido, excepto la hija del falangista camisa vieja, con alto cargo en el Ministerio de Trabajo y fiel ayudante del ministro Girón, Fernández de la Vega. Si la primera, sin conocimiento alguno de lo que es la sanidad, da patadas al aire, como hizo la tal Bibiana, con miembros y miembras..., ésta con la ley antifumadores, y otras lindezas, tanto gramaticales como de su silla oficial, va a lograr que no sabremos qué hay que hacer para ir a médicos, no a matarifes, y en cuanto a Trini, pues con esa boca llena de dientes que tiene, ¿solamente la sirve para decir a los que lo han pasado más que mal en tierras de Gadaffi que salgan como puedan más o menos y se las apañen para meterse de rondón en otros aviones? y su jefe, Rodríguez, ¿no es capaz de darlas el bote a las dos, y a Rubalcaba, sí, el del Faisán, y formar un gabinete como mandan los cánones para gobernar un país? Es inaudito y escalofriante. Si malo era Moratinos, el parche con esta Trini, es inepto, del todo. Rodríguez cree que poner a cualquier persona ya sale el país por sí solo de todo lo malo que le acontezca. Ninguno de los que están sentados en sus poltronas sabe de la cartera que se les ha regalado de la misa la mitad. Ninguno. Sería muy necesario que se fijara un poco en los alrededores. Rodríguez nos está dando algo que el Generalísimo Franco nos quitó: el hambre.