A mí me parece bien ya que, de no hacerlo, se corre el peligro de que lo que han hecho hasta ahora los alcaldes socialistas de las ciudades y pueblos y los presidentes socialistas de las autonomías españolas -dejar en bragas a España-, de la desintegración total en cuanto el socialismo se adueñara -cosa que no debe ni puede ocurrir- otra vez de nuestro país porque, ya se sabe, el socialismo es el despilfarro económico y social, sin miramiento alguno, en todos los países en donde planta sus raíces.

Pero lo que más pavor me causa ahora es que, al toque de silbato de José Antonio Durán y Lérida, los dos grandes partidos se bajen los pantalones -si no se los han bajado ya- ante el pánico cerval de que si no se saca la mayoría absoluta, no tendrán el apoyo de Convergencia y Unión, es decir de Cataluña, junto con unas contraprestaciones gigantescas, que a ninguna otra región española se les concede.

Esta región catalana, según escribió en su día un formidable periodista, "es una agrupación humana pequeña, compacta, con la misma lengua, religión, costumbres, etnia, tradiciones, normas, limitada a un territorio geográfico. Poco más, en fin, que una tribu. España, desde luego, no es eso", y no puede gobernar a España. ¿En base a qué de esta bajada de calzones de los dos grandes partidos?

Por otra parte, Pérez se está quedando sin nadie que le quiera acompañar en tan dificilísima tarea de intentar formar un más que imposible gobierno. Incluso su jefe de filas le ha desmontado la gracia que hizo cuando el Sr. Rajoy les invitó a la modificación de la Constitución. Pues hasta en esto le tiran para que no prospere. Mientras, Felipe está escondido en la sombra, entre cenas y comidas con sus allegados, intentando componer el partido, que se está desmoronando grano a grano, y que por dos veces arruinó a los españoles: el PSOE.