Dramaturgo

Dios es el firmante de un cartelón que preside la unión entre la autovía y la carretera de Sevilla en Badajoz. Frente al lugar donde la riada segó vidas hace unos años, Dios firma un cartelón en el que se pregunta si es posible vivir sin él. No se sabe quién ha puesto ese cartel ahí, pero estoy seguro que bajo el papel, incrustado en el soporte de madera, hay otro cartel menos místico, menos subliminal, más real que pregunta si es posible encontrar a Dios y lo firman las víctimas de la riada, los abrasados de Irak, los enganchados a la droga que sobreviven como fantasmas en las casas en ruina del Cerro y muchos más. ¿Es posible que perdure un Dios si no cree en el hombre? Y lo firma el Hombre, ese Hombre vertical que cantaba Manuel Pacheco, ese Hombre profundo y desnudo, indefenso ante el rayo y feliz ante el sol.

Hay unos carteles que piden en la antigua carretera de Madrid a su entrada en Badajoz la Capitalidad para Extremadura, lo firma el Ayuntamiento de Mérida y parecen un complemento a otros que a su lado se yerguen, a esos carteles que dicen que Badajoz avanza con todos y que firma el Ayuntamiento de Badajoz. ¿Badajoz avanza con todos? ¿Con qué todos? ¿Puede avanzar igualmente con la Capitalidad de Mérida?

Hay carteles que anuncian rebajas y otros que suplican atención. ¿Será el cartel de Mérida algún mensaje subliminal solicitando una rebaja de tensión? ¿Será el cartel de Badajoz una llamada de atención para quienes opinan que Mérida lastra su capacidad de avance? ¿Dónde está Dios? ¿Dónde está el César? ¿Por qué se mezclan en los carteles las cosas de Dios con las del César? Viejo ya, semipodrido, sigue aquel cartel: "Extremadura una".