Dramaturgo

Florinda tiene voz de mañana de domingo, de jofaina y de dulcera de bata blanca. Es una voz argentina en el más exacto significado. Florinda como actriz siempre ha sido Florinda, desde aquellas películas en las que intentaba ejercer de vampiresa con laca, a las últimas actuaciones junto a Arturo Fernández con sus croquetas, pasando por la Casa de los Martínez. Florinda es una trabajadora de la escena y extremeña. Ahora tiene tratamiento de ilustrísima porque ha recibido la Medalla de Extremadura. Después de años de incertidumbres, después de esa búsqueda de trabajo fuera de su región, lo que la une a miles de paisanos, ha podido disfrutar de un momento inolvidable en el Teatro Romano de Mérida. Enhorabuena.

Luis tiene voz de niño canalla criado entre jaras y trasplantado a un jardín de semáforos. Luis Pastor, el inolvidable ciego guitarrero y recoñón que les fastidió las siestas a los durmientes del régimen cuando iniciaban el bostezo, ha sabido refundir, para desesperación de los adictos a Rhs y purezas de sangre, el grito de los desplazados y el ritmo de los desplazamientos. Su música huele y sabe a campo y asfalto, a traje de pana y collar de marfiles, a maletas en un andén y a pies desnudos sobre la vegetación. Es fusión engendrada en parada de autobuses o embarcaderos que ni llevan ni traen, ni alejan ni acercan, están dentro. Ahora ha hecho ilustre a su guitarra que ya era noble, ha lanzado un canto a la Medalla de Extremadura que recibió y ha hecho un guiño (yo lo vi) a quienes saben que siempre llueve hacia abajo aunque parezca lo contrario.

Florinda y Luis, y todos los que sueñan con ese momento, están de enhorabuena y Extremadura con ellos.