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SARDA

Escritor

Lo que apasiona de Sardá es Sardá mismo, mondo y lirondo. Nunca había sucedido que un individuo, tocara lo que tocara, lo transformara en oro de muchos quilates. Javier Sardá lo consigue. ¿Por qué? Ah, ahí está lo difícil de averiguar. Tenía Boby Deglané un aura para, día tras día, entrarnos en el laberinto de la Melodía misteriosa que yo seguía babado a mis catorce años. Pero Boby tenía demasiados lugares comunes. Sardá siempre es una sorpresa por su talento, que debe ser de familia, vista Rosa María. Pero Sardá hace del estiércol un aroma especial, rescatando los temas más increíbles con su gesto, con su mirada tan llena de complicidad, con su perdón permanente para todo, con su antifascismo permanente, con su lubricidad espontánea y permisiva, cuando le dice a una mujer, gracias por tus tetas... Son frases que se le hubieran ocurrido a Miguel Mihura si no hubiera sido tan tímido, pero Javier Sardá pasa sobre todo eso como un magistrado antifascista (muy difícil, ojo) sobre el Código Penal. Sardá, además, es la imagen del antipolítico, del antirrajoynismo, del antiaznarismo, del antizapaterismo... Nada queda envuelto con él en una aparente mentira o en una falsa verdad. Sardá lo eleva todo. Hasta Rocío Madrid sacó el día de los 1.000 una brillantez en los ojos especial. Ese día estaba con los que le salvan a diario un compromiso, que derrota al mismísimo Sísifo. Sardá sube y la piedra no vuelve a caer para intentarlo de nuevo. Echamos de menos a Fuentes, a Galindo y a Mariano. El niño que calentaba paellas a distancia es una genialidad única en su género. Y Latre la pirotecnia más perfecta jamás conocida. No necesita Boris que se baje los pantalones. Ya nos los bajamos todos, todos los días, antes que él aparece.

Y después están las mujeres, que hasta la Hornillo te engancha. Gracias a estas mujeres que saca Sardá hay pocos suicidios en España. Porque lo que logran estas crónicas marcianas es hacernos el psicoanálisis todas las noches y rescatarnos. Ellas nos llevan y nos traen, nos seducen y nos matan a diario. Sardá le está haciendo un favor tremendo al país. Si sus noches desaparecieran, sería de temer este país cegado para el bien.

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