Opinión | Nueva sociedad, nueva política

La vida sigue igual

Los trabajadores no esperamos mucho ni añoraremos nada

Un hombre cuenta monedas

Un hombre cuenta monedas

Podría haber esperado, para escribir estas líneas, a que Pedro Sánchez informara sobre su continuidad. Preferí hacerlo antes para subrayar la irrelevancia, en lo que concierne a la sustancia que sostiene —o debería sostener— a la izquierda sociológica.

Sin conocer, cuando escribo esto, si Sánchez sigue siendo hoy presidente del Gobierno, lo que sí podemos saber son muchas otras cosas.

Sabemos que ahora estarán sonando muchos teléfonos de trabajadores de hostelería para avisarles de que tienen que trabajar el jueves o mañana o esta noche. Trabajadores que no conocen horarios con antelación, que hacen horas extras sin cobrar, que doblan turnos sistemáticamente, que cobran sueldos mínimos por esfuerzos máximos. La esclavitud del siglo XXI, sin apenas derechos ni margen para negociarlos.

Sabemos que hoy sonarán cientos de teléfonos de repartidores a domicilio con órdenes de trabajo que deben atender en las mismas condiciones que los anteriores, pero además aportando su propio vehículo, cobrando a veces por servicio, sin contrato ni cotización y arriesgándose a accidentes por la urgencia de cada entrega.

Ahora estarán sonando muchos teléfonos de trabajadores de hostelería para avisarles de que tienen que trabajar el jueves o mañana o esta noche. Trabajadores que no conocen horarios con antelación, que hacen horas extras sin cobrar, que doblan turnos sistemáticamente, que cobran sueldos mínimos por esfuerzos máximos. La esclavitud del siglo XXI, sin apenas derechos ni margen para negociarlos

Sabemos que a lo largo de esta mañana habrán pasado por los bancos de alimentos (las llamadas «colas del hambre») miles de personas en todo el país. Madres y padres de familia que, cuando pasas al lado de la cola —son colas, literalmente hablando, por si alguien no las ha visto— tratan de que se les vea lo menos posible, como si tuvieran que avergonzarse de algo, cuando la vergüenza es de los poderes públicos que permiten que haya personas en esa situación.

Sabemos que hoy mismo morirán en España aproximadamente cien personas (111 es el promedio diario) sin haber podido recibir las prestaciones que les corresponden como dependientes.

Sabemos que cuando termine el día de hoy se habrán producido aproximadamente cincuenta agresiones sexuales (48 diarias, según datos cerrados de 2022), en una tendencia de crecimiento sostenido durante los últimos años, marcando registros históricos.

Sabemos que estarán muriendo en Gaza niños y adultos a causa de las armas vendidas por el Gobierno español a Israel, que en noviembre de 2023, según datos oficiales, fue el Gobierno de la UE líder en exportación de armas a ese país, el 52% del total.

Como ven, se me acaba el espacio y apenas si he comenzado a enumerar todas las certezas, al margen de la continuidad del presidente. Podría rellenar diez columnas como esta. Es relevante recordar que esta situación se da no solo después de casi seis años de gobiernos de Sánchez, sino también después de que la ex izquierda haya gobernado España en torno al 60% del tiempo desde 1977. Los trabajadores y las personas vulnerables, dentro y fuera del país, no tenemos razones para echarles de menos si se van ni para esperar algo relevante si se quedan.

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