Historiador

Tomar decisiones fruto de la responsabilidad de gobernar tiene sus servidumbres. Una de ellas es estar permanentemente expuesto a la exposición crítica, en ocasiones, como hemos padecido recientemente, no sólo infundadas, sino previsiblemente manejadas para producir más ruido que efecto deconstructor.

Es el caso de la polémica levantada por la decisión de la Consejería de Educación, Ciencia y Tecnología de la Junta de Extremadura (similar a la que han tomado numerosas consejerías de otras comunidades autónomas) de proponer la fecha de los exámenes de recuperación para los alumnos de la Educación Secundaria Obligatoria que no han superado satisfactoriamente sus calificaciones, en el mes de junio.Muchos argumentos se vienen escuchando dentro de los colectivos implicados. Muchos juicios de valor, desde mi punto de vista, precipitados. Muchas apreciaciones, a priori, desacreditadoras de la diversidad. Pero, parece a la derecha extremeña y a los que aplauden sus consignas, no preocuparles el debate del fondo pedagógico del asunto. Así, no plantean respuestas al interrogante de que salvo que se modifique la actual legislación el resultado final de la promoción del alumno no se debe fundamentar exclusivamente en el resultado de una prueba que valore los contenidos aprendidos. Deben tenerse en cuenta una serie de parámetros aplicables a lo largo de todo el proceso, es decir, después de casi 10 meses de convivencia en grupo entre profesores y alumnos. Lo que conocemos con el concepto de evaluación continua. Y magro servicio hacemos a los discentes si los condenamos a volver, tras el paréntesis veraniego (por cierto, fechas ideales para recuperar lo no aprendido) con la ayuda de profesores que no están al tanto de sus deficiencias.

A todo ello añadimos el hecho discriminatorio que supondría que por el lugar donde naces y por tu condición económico social, vas a tener más oportunidades de apoyo: no existe la misma plantilla de profesores sustitutos (particulares y privados) en un pequeño pueblo que en las distintas academias de las ciudades. De nuevo, la Extremadura de las dos velocidades. Por último y tomando como efecto a padres y profesores habría que recordar el esfuerzo que lleva consigo la planificación de los comienzos de curso. Si volvemos a la dinámica de la 2. oportunidad en septiembre tenemos que ser conscientes que las clases, necesariamente tienen que dilatar su inicio casi un mes: exámenes, correcciones, plazos de reclamaciones, evaluaciones, diseño de grupos nuevos, contratación de profesores al efecto... Parece pues más oportuno que sean los propios profesores los encargados, a lo largo de todo el mes de junio, de intentar solucionar los problemas de sus propios alumnos. Así es como se crea una auténtica comunidad educativa.