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Todos iguales

Al fin, el Tribunal Constitucional levantó la última incertidumbre que pesaba sobre la Ley de Igualdad, al rechazar el recurso presentado por el PP. Que a estas alturas del siglo XXI alguien pueda poner una pega a una norma, que es arcaica en sí misma, es un dislate. Lo es porque la igualdad entre hombres y mujeres debería ser una realidad social sin necesidad de ley alguna. Aún así, el PP no votó la ley en el Congreso porque no le gustaba la paridad en las listas electorales. Pese a la crisis que atraviesa el alto tribunal, con un empate entre progresistas y conservadores, los magistrados han constatado la obviedad de que la igualdad es constitucional. Y luego dicen que los "tiempos avanzan que es una barbaridad". No será para las mujeres.

La norma, que no significa ninguna acción positiva, obliga a los partidos a que ningún sexo pueda tener una participación inferior al 40% ni superior al 60%. Por tanto, no se plantea beneficiar a las féminas para tratar de subsanar las sangrantes diferencias mediante esa figura tan paternalista, como trasnochada y vergonzante, de la discriminación positiva. La igualdad solo se consigue teniendo las mismas oportunidades, los mismos derechos y las mismas obligaciones. No necesitamos que nos dejen salir con ventaja en la carrera de la vida.

Este punto concreto de la Ley de Igualdad impidió a los populares votar a favor de algo que mejoraba, y en aspectos importantes, la vida de mujeres y hombres con dificultades para compatibilizar la actividad laboral y familiar. Por ejemplo, se regula la ampliación de la baja maternal para las madres con bebes prematuros, tantos días como el recién nacido permanezca ingresado. Los hombres tienen derecho a quince días de permiso por paternidad. También se modifican diecinueve normas de acceso al empleo público y la obligatoriedad de negociar planes de igualdad en las empresas con más de doscientos cincuenta empleados. En las grandes empresas veremos mujeres en los consejos de administración, cargo reservado hasta ahora para las hijas de los propietarios. En ocho años, al menos en el cuarenta por ciento de de los sillones de los consejos, habrá profesionales mujeres suficientemente preparadas, desde hace mucho tiempo, para dirigir una entidad. Le va a resultar difícil al PP explicar cómo ha podido oponerse al reconocimiento de derechos tan esenciales y tan básicos.

*Periodista

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