La diputada de la UE Margrete Auken, que es danesa, elaboró en marzo un informe que describe los puntos más oscuros del urbanismo en España. La lectura de dicho estudio es imprescindible para quien tenga un interés mínimo por el urbanismo y para quien quiera saber cómo ha funcionado hasta ahora el principal componente del PIB español, la construcción, en los últimos años. En España no ha habido ningún milagro económico, sino que, simplemente, ha habido una especulación con el valor del suelo hasta que la burbuja inmobiliaria explotó. Se confundió el precio con el valor real de un edificio dentro de un mercado desenfrenado.

La conclusión de este impresionante informe es una llamada al Estado para que ponga coto a tanta urbanización y proteja el medioambiente. También hay que acabar con la inseguridad jurídica en la que viven los ciudadanos extranjeros que han invertido en España y luego han visto su dinero perdido o en peligro de perderse. No hay garantías legales para los inversores. Me sorprende que los parlamentarios europeos hayan tardado tanto en darse cuenta del desastre urbanístico en España, aunque la Eurocámara ya había expresado su inquietud al respecto en dos ocasiones anteriores.

En los años 90 se aprobaron reformas para edificar más. El paradigma de esta práctica fue la Comunidad valenciana, donde los constructores han urbanizado como quien hace galletas. Ahora, ante tanto escándalo del suelo y con la sobreproducción de vivienda --todavía a un precio muy elevado--, cabe preguntarse si el crecimiento económico de los últimos tiempos era una quimera. Ya es hora de impulsar las industrias que fueron sustituidas por la política de apartamentos vacíos.

Roberto Alvarez Sastre **

Correo electrónico