WLw a presencia en el calendario de este año de una fecha cabalística como el 11 de noviembre del 2011 ha dado pie a la entidad cuyas siglas se pronuncian igual que ese número, la ONCE, a organizar un sorteo extraordinario que ha tenido una enorme acogida. Los boletos están prácticamente agotados desde hace días y la iniciativa ha constituido todo un fenómeno sociológico. Al éxito ha contribuido, obviamente, el poderoso reclamo de los premios: para redondear la cifra mágica, se ofrecen 11 de un millón de euros y uno de 11 millones, además de otros menores.

No es preciso ser un aficionado a los juegos de azar en general para ver con cierta simpatía este sorteo. Fundamentalmente, porque la Organización Nacional de Ciegos Españoles tiene una larga trayectoria al servicio de quienes padecen disfunciones que limitan o dificultan su desarrollo personal y profesional. De la ONCE, nacida en plena guerra civil, dependen hoy más de 100.000 empleos directos e indirectos en España, y su modelo ha sido una referencia para otros países. La popularidad de su sorteo está muy extendida, y raro es el español adulto que no ha jugado nunca a los ciegos. España es un país con larga tradición de loterías y, si la crisis ha llevado a muchas personas a moderar o suprimir el hábito de tentar la suerte --los últimos datos de caída de ventas tanto del cupón como del resto de loterías son ilustrativos--, la expectativa de un gran golpe de fortuna en un sorteo como el de hoy explica el éxito de la convocatoria. Pocos ganarán, pero sí, y mucho, la ONCE.