Después de una columna titulada 'SOS por la Dehesa', no me podía permitir el lujo de que alguien me encasillara como alarmista, aunque haya recibido cientos de correos de personas que comparten conmigo la opinión de que el problema de la seca tiene proporciones extraordinarias, y he elegido como tema un árbol por el que tengo una especial admiración: se trata del almendro. La pasada semana celebraban en Garrovillas de Alconétar la fiesta del almendro en flor. Días antes me acerque a conocer el que creo es el almendro más grande de Extremadura, se trata del Almendro Real de Valverde de Leganés, un ejemplar soberbio que por meritos propios debe figurar como uno de los árboles monumentales de Extremadura, con más de tres metros de perímetro a 1,30 metros del suelo, una altura de más de 10 metros y una copa espectacular que sobrepasa los 13,5 metros de diámetro mayor.

El árbol, a pesar de los vientos y de la dura climatología del pasado mes, definía su copa con millones de flores blancas, y el suelo arcilloso rojizo de raña sobre el que crece era invisible bajo un manto de pétalos caídos. Seguramente alguien pensará que la imagen del árbol, o la fotografía que acompaña esta noticia, sirve para darnos una idea de lo que cuento, nada más lejos de la realidad, lo verdaderamente impresionante era la fragancia de las flores y el sonido de miles de abejas libando su néctar, son esas sensaciones que, cuando llegan juntas a nuestro cerebro, hacen que nos demos cuenta de que estamos ante un espectáculo grandioso.

La pena es que quienes quieran disfrutar este espectáculo deberán esperar hasta el próximo año, pero bien merece la pena esperar. Igual que merece la pena el entorno en el que se encuentra el árbol, ya sea si nos dirigimos hacia Táliga y Olivenza para visitar la Sierra de Alor y Monte Longo, o hacia Salvaleón para ver la Sierra de Monsalud, un verdadero paraíso de la naturaleza que hace que tal paraje mereciera la denominación como "PIB", que no significa lo que esas maltrechas abreviaturas traen a nuestra mente sino: Punto de Interés Biológico, distinción ésta que en Extremadura solo comparten la Sierra de Bienvenida y la Capitana y la Alberca de Cáceres.

XEL ALMENDROx no es una planta originaria de nuestra tierra, sino un árbol cultivado que procedente de Asia Central expandieron fenicios, griegos y romanos, aunque en Portugal y nuestra tierra, especialmente en la provincia de Badajoz, fueron los árabes quienes lo propagaron. De la abundancia de su cultivo da buena cuenta la existencia de numerosos parajes que llevan su nombre, y de forma más concreta las localidades de Almendral y Almendralejo que toman el árbol como raíz de sus nombre, incluso el nombre árabe de Badajoz parece hacer referencia a tierra de almendros.

Estas coincidencias no son raras en una región como Extremadura, que tiene 385 municipios y de ellos 125 tienen nombre de plantas, casi uno de cada tres de nuestros pueblos; tomen la guía de teléfonos y comprueben lo que les digo, fueron las plantas que existían en el lugar las que sirvieron para poner el nombre de los recién creados poblamientos, como ven, tenemos árboles maravillosos que bien pueden captar nuestra atención, pero por favor, no nos olvidemos de las encinas.