Seguramente si alguien se sube a la montaña cacereña en estas fechas, y desde allí observa nuestro entorno, en lugar del título de esta tribuna escribiría Cáceres amarillo, o Cáceres dorado, para hacerlo un poco más literario; sin embargo, si se adentra en la ciudad podrá comprobar que Cáceres, para compensar el desierto que la envuelve, se ha ido dotando con los años de zonas verdes que amortigüen la inexistente vegetación arbórea de nuestro entorno, excluida claro está la Montaña, la Sierrilla y la sierra de la Mosca-el Portanchito.

CáceresVerde es también el nombre de un movimiento ciudadano que ha surgido hace tan solo algunos meses, y que, a pesar de no disponer aún de una forma jurídica, es ya sobradamente conocido por muchos cacereños.

EL MOTIVO de su nacimiento creo que podemos decir que se basa en el hartazgo de una parte de la ciudadanía frente al maltrato que sufren los árboles y nuestras zonas verdes, especialmente en los últimos años, y que, lejos de haber desaparecido, parece cobrar mayor virulencia con algunos de los proyectos que tienen previsto llevar a cabo en la ciudad, como el polémico y más que injustificado aparcamiento de Primo de Rivera.

He de reconocer que me hace ilusión ver que un grupo de ciudadanos de muy diferente edad, ideología y forma de pensar hayan decidido organizarse para pasar a la acción, y que se hayan movilizado, reunido, e incluso hayan convocado a todos los grupos políticos para que manifiesten su posición con respecto a las zonas verdes de la ciudad; un éxito sin precedente, aunque alguno asistiera a la mesa más por obligación que por aportar o dar información sobre el proyecto del nuevo parking por poner un ejemplo.

ME SORPRENDIO especialmente que la concejala de Medio Ambiente afirmara que ella no llevaba este tema; le daremos al menos la tregua de los cien días para que se documente y pida a su compañero que le informe de los proyectos, ya que su área, el medio ambiente, debería considerarse como un área transversal en cualquier lugar civilizado.

Alguno se preguntará por qué no surgió antes ese movimiento, y por qué aparece ahora; no lo sé, hay varias posibles explicaciones: quizás antes no había problemas y el servicio de parques y jardines imponía su criterio técnico a decisiones políticas que afectaran de manera negativa a los árboles, a los jardineros o a los parques y jardines; quizás también los grupos ecologistas no dependían de festivales como forma casi única de financiación, y se mostraban más reivindicativos ante acciones que afectan a los parques, y no solo a la fauna o al patrimonio histórico artístico; quizás también hemos tenido alcaldes más comprometidos con el medio que la actual alcaldesa; o quizá simplemente los ciudadanos estamos ya tan hartos; que hemos decidido tomar la calle ante tanta tontería, tanta banalidad, tanta carencia de valentía y tan poco sentido común como muestran algunos de nuestros gobernantes.