Marruecos declara la guerra a los extremismos religiosos y, en un golpe de ejemplaridad, ha prohibido el burka (prenda islámica, que cubre todo el cuerpo, cara y ojos de la mujer musulmana), tanto su fabricación como su venta. Sin embargo, no se impide llevarlo.

Podría achacarse a la libertad, pero, claro, viniendo la decisión de un país en el que las libertades se respetan cuando interesa, no resulta muy creíble.

Ya que las autoridades marroquíes han adoptado una medida a todas luces inteligente, deberían haberla completado impidiendo que las mujeres tengan que salir a calle ocultas como si fueran delincuentes.

Sin embargo y dadas las circunstancias que se viven en los países musulmanes, esta decisión resulta ser un ejemplo a seguir para el resto de estados islámicos.