La declaración de Luis Bárcenas en el caso Gürtel se caracteriza por el perfil bajo adoptado por el exgerente y extesorero del Partido Popular, más preocupado en atacar al jefe de la trama, Francisco Correa, y en exculparse a sí mismo que en tirar de la manta contra los dirigentes del partido para el que trabajó tantos años. Se ha dicho que desde que Bárcenas se retiró del caso de la destrucción de ordenadores del PP existe un pacto de no agresión entre el extesorero y su partido. A juzgar por el contenido de su declaración durante el primer día de juicio, crece la sospecha de que tal pacto exista. Aun así, Bárcenas no pudo evitar reconocer que el PP tenía una caja b, aunque, en un alarde de creatividad lingüística, la llamó «contabilidad extracontable». Bárcenas fue creativo también en otras muchas respuestas al interrogatorio de la fiscalía, con el objetivo de no aceptar ninguna responsabilidad penal. Por ejemplo, cuando dijo que para qué iban a pagar los empresarios al gerente del PP si ya disponían del palco del Bernabéu. Se preocupó también de que las aportaciones empresariales no puedan considerarse cohechos, y de ahí su afirmación de que las entregas de dinero no tenían carácter finalista. Y en un pasaje sobre el que Mariano Rajoy debería tener algo que decir, Bárcenas aseguró que el presidente del Gobierno cortó la relación con Correa, pero aceptó un donativo de 60.000 euros y no denunció en ese momento las actividades del jefe de la Gürtel.