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Orgullo y pecado

Tan tradicional como la celebración del Orgullo Gay es, por desgracia, la aparición de vez en cuando de un sacerdote juzgando con su dedo acusador a todos aquellos que se salen de su norma de familia, cimentada en el binomio matrimonio marido-mujer-si- esta-última-es-sumisa-mucho-mejor. O bien de la otra opción de vida que únicamente conciben, esa tan natural biológicamente como el celibato.

El último ha sido un tal Custodio Ballester, cura en una parroquia de l’Hospitalet, quien afirmó que la homosexualidad «es un pecado gravísimo que va contra la naturaleza humana». «¿Por qué los medios les damos altavoz a estos individuos?» Me pregunto. Y automáticamente asalta la respuesta: porque ellos ya cuentan con un micrófono mucho más influyente y dañino, el de los púlpitos.

Ahí, en las pequeñas comunidades es donde se empieza a generar el miedo a lo diferente, el tribunal social que lleva a muchos a no aceptarse tal y como son y a otros tantos a odiar a lo diferente. Por eso es importante seguir combatiendo a todos aquellos que añoran ese mundo gris y que no soportan la luz y el color con el que se ha vestido Madrid esta semana.

La capital del país le ha robado a París temporalmente el título de «Ciudad del Amor» en una tierna campaña de ambas alcaldesas imperdible en las redes sociales. España es hoy referente mundial en tolerancia, pero las agresiones y la discriminación continúan, por eso es necesaria la celebración del Orgullo. Por eso y por los 72 países del mundo en los que amar en libertad es todavía hoy un delito.

En eso tenía razón el pastor Ballester al decir que «este mundo está podrido y pervertido», aunque sus razones y las reales difieran. Es irónico que hablen de perversión aquellos a los que los casos de abuso infantil amenazan con carcomer toda la jerarquía de su organización.

Que abran los ojos y mire a Madrid. Como proclamaba La Plexy durante su actuación este jueves en Chueca «a nadie le importa a quién amemos» mientras que otra gran drag, Kika Lorace resumía el espíritu de este Orgullo: «la alegría siempre, la mejor pancarta». Los colores del arco iris siempre serán más fuertes que la aburrida escala de grises.

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