Sin desmerecer el valor literario y cinematográfico de ‘Los Santos Inocentes’, se trata de una magnífica novela de Miguel Delibes y una gran película de Mario Camus protagonizada por Alfredo Landa, Terele Pávez y Paco Rabal, siempre he renegado de lo que representa. La imagen de decadencia, pobreza y, a la vez, resignación que envuelve a sus protagonistas, fiel reflejo de la Extremadura rural de señoritos y campesinos de los años 60, ha supuesto un sentimiento de rebeldía contra nuestra propia historia, pero también un lastre para la imagen de esta tierra cuando ha superado ya esa etapa y se expone al mundo con otra realidad bien distinta.

Por eso, cuando en la redacción de El Periódico Extremadura surgió la noticia del movimiento ciudadano ‘Milana Bonita’ de Plasencia y su intención de realizar el viaje a Madrid en tren ataviados con ropas de ‘Los Santos Inocentes’ para reivindicar un mejor ferrocarril para Extremadura tuve mis reservas. ¿Esa es la imagen que vamos a dar en Madrid? ¿Vamos a contribuir nosotros mismos a enfatizar una realidad ya superada? Sin embargo, una vez pensado, la idea no iba tan mal encaminada. Exagerar desde la ironía una imagen irreal sobre la que se ha basado un estereotipo no deja de ser una desvergüenza para quien tiene el poder de desterrarla. No se trata de mostrar cómo somos, sino mostrar cómo nos ven desde Madrid debido al maltrato que nos dispensan. Y oye, tiro certero.

Me congratula que sea un movimiento apolítico surgido de la sociedad civil. Y aunque me rechina ver en distintas cadenas de televisión nacionales a extremeños andando por la estación de Atocha vestidos de catetos y dispensando viandas y chacinas al público para llamar la atención, no deja de ser un complemento muy efectivo para una reivindicación general que ya ha calado con fuerza en la sociedad extremeña.

Es evidente que no es el único problema de esta tierra. El ferrocarril no es la solución a todas nuestras carencias y hay cuestiones más candentes, como por ejemplo el desempleo, del que no se habla aprovechando que todo lo monopoliza el tren. Sin embargo, se ha colmado el vaso de la paciencia de la gente por el estado de nuestras infraestructuras con averías continuas (una cada tres días es la media), los retrasos en la puesta en marcha de la alta velocidad y la guasa de ver que acaba de cumplirse el 25 aniversario del AVE Madrid-Sevilla, casi la totalidad del país cuenta con conexiones modernas del siglo XXI y en Extremadura seguimos sin un solo kilómetro electrificado y con tramos de raíles montados en el siglo XIX.

Está visto que en este país quien no llora, no mama, y el tren ha pasado a convertirse en una cuestión regional de primer orden poniéndose detrás de la pancarta buena parte de la sociedad extremeña dejando al margen a la política.

¿Qué queremos? Es la pregunta que me hacía no hace mucho un colega de un medio de comunicación madrileño. Pues muy simple: lo mismo que las demás comunidades. Los extremeños no renunciamos al AVE, pero también queremos un tren convencional que conecte a las principales ciudades extremeñas y permita la salida y entrada de nuestras mercancías. ¿Tan difícil es de entender?

La reacción de Renfe, instalando, como por otra parte es lógico, un taller de trenes en Extremadura para no tener que llevárselos a Madrid, y recuperando el Talgo Badajoz-Cáceres-Madrid a partir de 2018 después de siete años no es casual. Como tampoco la visita este martes de su presidente a la Junta de Extremadura para acercar posiciones y tratar de mejorar una situación que raya lo indecente en cuanto a trenes y prestación de servicios.

Las declaraciones de ayer del ministro de Fomento, Íñigo de la Serna, a este mismo periódico, señalando que se adelanta al verano de 2019 el final de las obras del tren rápido en Extremadura debido a lo avanzado de los trabajos y que las nuevas vías entre Badajoz y Mérida se empezarán a instalar en diez días no es igualmente casual. Como tampoco la visita que adelanta hará nuevamente en breve a Extremadura para comprobar sobre el terreno la situación real de los trabajos.

Algo se mueve en Madrid. La firma del pacto por el ferrocarril de 250 alcaldes extremeños el pasado día 7 también ha contribuido a ello, así como las acciones de protesta que se prevén para este otoño con manifestación ciudadana incluida en la capital de España. Quizás sea injusto que ahora se proteste más cuando más se está haciendo, pero es que llega un momento en que ya no cabe otra cosa.