España no participó en la guerra de de Irak». «Las bombas son de alta precisión y no se van a equivocar matando yemeníes». Poco tienen que echarse en cara el PP y el PSOE en cuanto a participación en conflictos se refiere. En eso, como en los grandes asuntos de Estado, las diferencias son mínimas. La única rebelión vino de parte de José Luis Rodríguez Zapatero al retirar las tropas españolas en Irak. Y seguramente nunca podremos calcular cómo se compensó semejante atrevimiento.

José María Aznar puede insistir hasta la saciedad diciendo que España «no mandó soldados». Podemos dejar de lado semejante afirmación. Pero olvida Aznar todas las mentiras propagadas, las armas de destrucción masiva nunca encontradas, la guerra mediática y el odio promovido.

Olvida el ex-presidente que él apoyó una invasión contraria a las leyes internacionales. Olvida el medio millón de muertos estimados en los años posteriores a 2003. Y sobre todo, el desastre provocado no sólo en el país, sino en toda la región de Oriente Próximo cuyas consecuencias a día de hoy colean con otros conflictos.

Sin ánimo de comparar, el gobierno socialista casi le va a la zaga. Al menos en cuanto a hipocresía se refiere. Sigue haciendo piruetas para justificar la venta de armas a Arabia Saudí, cuyo destino está claro: el vecino Yemen.

Esta guerra olvidada de ya cinco años es una masacre contra los civiles yemeníes. Dice el Ejecutivo socialista que las bombas son «inteligentes», que «no se van a equivocar». Como con Aznar, aceptemos otra dudosa afirmación. Pero es que al contrario de lo que dice el gobierno sí hay «víctimas colaterales». Por ejemplo, los cinco millones de niños yemeníes que están en riesgo de morir por inanición, de hambre, como consecuencia del conflicto.

No, no me paso de utópica. Las guerras existen. El ser humano sigue dando asco. Pero hasta para la guerra hay leyes y códigos. Hay guerras justas e injustas. Proporcionales y masacres. Y por eso las autodenominadas democracias deben evitar hacer negocios bélicos con regímenes autocráticos sin respeto alguno a los derechos humanos. Si los Saud no respetan la vida de las propias saudíes, nos podemos imaginar cuánto les puede preocupar el sufrimiento de los yemeníes.