Pese a todos los problemas derivados de la temporada preelectoral, se ha conseguido salvar cierto compromiso y el núcleo duro para protestar por la mala calidad del servicio ferroviario extremeño, y decir que la lupa que se compró hace dos años y medio para analizar su evolución, cuando se creó el Pacto Extremeño por el Ferrocarril, va seguir escrutando las inversiones, licitaciones, averías e incidencias del servicio.

La pereza movilizadora que nos caracteriza, abonada continuamente por la división atávica, tiene hoy una cita en Cáceres para confirmar un cierto avance sostenido desde que en la primavera de 2016 se firmó el pacto con los cuatro partidos con diputados --PSOE, PP, Podemos y Ciudadanos--, y varios meses después en Badajoz, en octubre, 3.000 extremeños activos se reunieron en esa ciudad exigiendo un cambio radical en la situación.

Fue el 22-0, el 22 de octubre, que como el 18-N de este domingo se topa con la lluvia, pero que alumbró hace un año en Madrid la gran manifestación y concentración de 40.000 personas a partir de la cual el problema del ferrocarril extremeño se ha puesto en el tapete nacional con frecuentes apartados, informaciones y reportajes en los medios de comunicación.

Lo de hace un año fue un compromiso, no se quiso o no se pudo en aras a la unidad de los partidos dar un aire radical a la protesta, de la que aún se sigue diciendo por algunos que no hubo manifestación cuando sí la hubo. Fue una marcha desde la estación de Atocha hasta la plaza de España, y resultó emocionante contemplar a los madrileños ver desde las aceras la protesta, moderada, eso sí, de una tierra de la que allí se saben muy bien sus dificultades porque entre otras cosas el suroeste madrileño está plagado de extremeños emigrados, y de ‘madrimeños’ nacidos de ellos.

Estuvo toda Extremadura, fue un esfuerzo y entrega muy grande para un comunidad eternamente poco reivindicativa. Extremadura unida.

Esta vez, con inminencia electoral, no ha podido ser. Ya una plataforma lo había hecho por su cuenta el pasado 8 de septiembre. Otra se concentra voluntariosamente de vez en cuando ante las estaciones extremeñas luchando por el tren convencional, el que no es de alta velocidad, contra el que luchan tildándolo «de ricos». El PP quería repetir el 17-N en la Corte gobernada ahora por Pedro Sánchez, y ayer reunió según las agencias de noticias a unos centenares de personas en Madrid, en el mismo lugar, aunque apoyan también lo de hoy.

Podemos estará y no estará en Cáceres. Como partido no están de acuerdo con la convocatoria pero han anunciado que sus líderes estarán a título individual. A título individual habrá según se anuncia 10.000 extremeños, en realidad los partidos, sindicatos, y las entidades convocan pero luego sus militantes, afiliados, etcétera, secundan o no a título personal.

El núcleo duro por suerte se mantiene, pero es triste confirmar parcialmente lo de «espíritu desunido anima a los extremeños».

Para alentarlo, o regodearse en el derrotismo que también tanto nos gusta y hunde, siguen publicándose por ignorancia o intención mapas ferroviarios sin líneas en Extremadura, mapas desfasados desde hace ocho meses porque hemos vuelto con el Talgo a las rutas de larga distancia; el mismo plan derrotista y acrítico con el que algunos incluso casi se alegran cuando salimos malparados en algún reportaje nacional de gran diario.

Aunque sin la unidad deseable, que pese a tacticismos políticos de corta mira a todos beneficiaría, la comunidad sigue con esa lupa vigilante y exigente, viendo desde fuera porque muy pocos cogemos el tren aunque bien nos gustaría, el pago debido por esa deuda eterna con esta tierra que sin ser ningún vergel tiene en su situación central en el eje ibérico Madrid-Lisboa una de sus posibilidades de futuro.