Creo que tenemos que hacer un análisis de qué sociedad estamos construyendo y, sobre todo, que eso a la izquierda se le da muy mal, si queremos financiar las pensiones y la salud debemos pensar en como tener más niños y no en como los abortamos.

Las mujeres estamos acostumbradas a cargar con la culpa de todo desde que nos crían en el mito de Adán y la despiadada Eva, quien traiciona al hombre y a Dios comiéndose la manzana, después de haber nacido de una mera costilla del varón. La muy tracionera.

Pero el líder del Partido Popular Pablo Casado da una nueva vuelta de tuerca. Ahora la culpa de la quiebra del sistema de pensiones y de la Seguridad Social es de nosotras. Que tenemos derecho a abortar. A decidir qué engendramos en nuestro cuerpo. A elegir si queremos traer una criatura a este mundo. A tener algo que decir en si queremos ser madres.

Yo vivo actualmente en un país en el que el aborto es ilegal salvo en caso de amenaza a la vida o salud de la mujer, o si el embarazo es resultado de la violación de una mujer con discapacidad mental. Lo que desemboca en unos 125.000 abortos clandestinos al año. Lo que implica altas tasas de mortalidad maternas. En Ecuador si una mujer se queda embarazada tiene que seguir adelante con la gestación, porque ya debería haber sido más responsable. A pesar de que muchos de esos embarazos vienen de abusos.

A esa mentalidad nos quiere devolver Casado. Haciéndole la competencia a Vox, mezcla el derecho al aborto y la crisis de nuestras arcas públicas. Pretende disfrazar un atropello a las mujeres con justificaciones económicas.

A pesar de las dudas sobre su carrera, sabemos que Casado no tiene un pelo de tonto. Sabemos que Casado debe tener presente el desempleo, la inseguridad, la precariedad laboral, la cantidad de jóvenes que emigramos --y cotizamos-- en otro país por el pobre futuro que aún nos ofrece España. Casado debe tener presente también que el saqueo a las instituciones, los ‘paqui pallá SL’ y otras incontables tramas de corrupción son las que vaciaron y seguramente sigan vaciando las arcas públicas. Que no jueguen con fuego. Y menos con nuestros derechos.