Lo de Renfe en nuestro país va por barrio, o mejor decir, por territorios. Y de eso sabemos y conocemos bien en Extremadura, que sigue anclado en el siglo pasado, y como rémora de una época ya sobrepasada por otras partes del país. Lo cierto que eso del tracatrá del tren nos ofrece cada día alguna aventura. No siempre agradable y apacible. Curioso fue el viaje que hice el domingo pasado de Vitoria a Madrid, con un retraso acumulado de más de 50 minutos. Y que todo empezó con el tracatrá del tren, nos movíamos de una estación recién comenzado el viaje Vitoria hacia otra, y en medio unas idas y venidas, sin salir de ese círculo, por aproximadamente cincuenta minutos. Hasta que ya llegó un hombre del tren, podría ser el revisor, y nos dijo algo así a viva voz: se habrán dado cuenta que no acabamos de salir de un determinado trayecto, y vamos y venimos. Ante lo que los pacientes pasajeros dijimos, claro que lo hemos observado, tal es así que ya hemos llamado todos a los que nos esperan en Madrid, que llegaremos con retraso.

No se sabe muy bien lo que pasó. Lo cierto es que una vez más Renfe, con toda esa maquinaria no tuvo la delicadeza de ofrecer una explicación, ni siquiera una información a los viajes en relación a nuestros derechos, también indemnizatorios, por el retraso. Y una se pregunta ¿y estas son las grandes compañías, con muchas campañas de marketing y políticas de responsabilidad social corporativa y son incapaces de ofrecer una mínima explicación y una satisfacción económica a los pasajeros y usuarios por tamaña situación?

Si observamos la web de la compañía Renfe, señala que esta compañía tiene como operador ferroviario la obligación principal de trasportar viajeros con la máxima calidad y eficiencia. En el caso del viaje señalado ni la una, ni la otra premisa se cumplió. Y es que esto no se puede solo depositar en la buena voluntad de sus trabajadores, que fueron conscientes del tema y eran solícitos, sino en la explicación de la compañía y en el responder del perjuicio y del daño causado. Y esto no se produjo, ni se ha producido.

Creo que a mí me llegó un sms a mi teléfono diciéndome algo así como que el tren circulaba con una demora de cuarenta y cuatro minutos y esto a más de una hora de emprender el viaje. Aquello era, por tanto, tan evidente como innecesario el mensaje, porque ya estábamos todos los viajeros soliviantados que el retraso, que al final no fue de 44 minutos, sino de cincuenta minutos aproximados. Vaya tela, y con ello me imagino que dan por asumida esa eficiencia y responsabilidad en su capítulo de Responsabilidad Social Corporativa. Resulta insultante este tipo de mensajes, y desde luego poco aconsejables, sino es porque estará en el anuario de la memoria de cada uno, que nos avisaron de ese retraso, ya estando en el retraso mismo.

Lamentable que a estas alturas estas compañías que se predican señeras, sigan haciendo de las suyas y sigan cometiendo estos servicios tan ineficientes, y que enciman pretenda quedar bien con el viajero-consumidor. Ni siquiera el gasto que hacen en publicidad y patrocinio puede desdecir cuando hacen mal un servicio y son ineficientes a la hora de responder al viajero, y de darle la satisfacción que le corresponda. Espero que los stakeholders que califiquen a esta compañía valoren estos datos, y no solo se fijen en la capacidad económica para promocionar eventos, que enjuaguen una imagen que debe ser reparada aún, y desde luego en Extremadura de largo.