Mi amigo Pepe, ahora Pepillo, anda en eso de mudanzas, y no crean que será sencillo. Ahora su casa es más pequeña y cuenta con menos ingresos, por lo que además de adaptarse a la nueva situación, deberá dejar algunos muebles y recuerdos en el olvido, readaptar otros y adquirir algunos más útiles, que ocupen menos espacio, precisamente para ganar más espacio. El dilema de mi amigo Pepe es decidir con qué llena su nueva casa para resurgir de su reciente separación y volver a ser el Don José que era.

Pepe ha tenido mala suerte, bueno, algo de culpa también, Estaba casado, pero aquella con la que convivía desde años, siempre en silencio, pero a la que tenía verde, decidió separarse, y no era la primera ruptura. Antes de casado, ya vio como otra relación lo abandonaba, no era un medio limón, pero tampoco su media naranja, por eso fue otra separación menos traumática, eso sí, pero que sumada a la de ahora, y alentada por ésta, han terminado por hundir a Pepe.

Los últimos bandazos en su forma de ser y el tonteo cómplice con unos y otros, hicieron que Pepe no supiera donde estaba o si lo sabia, digamos que sus fieles compañeras de viaje no lo entendieron así. En definitiva, toda separación trae división y dos separaciones es mucha división. Aún así, es el que mejor está de los tres. De hecho, una agencia inmobiliaria le ha aconsejado seguir viviendo juntos, los tres, pero en la misma casa, cada uno en su habitación pero sumando a fin de mes, como el vecino de la izquierda, hiciera hace cuatro años. Así pueden trasladarse a una casa más grande, pero para eso hay que saber convivir, partiendo de dónde está cada uno, una especie de contrato prematrimonial. Otros amigos le han recomendado recuperar la media naranja perdida y olvidarse de la que le ha puesto verde. Otros incluso que se vaya a vivir a casa de su padre y bajo su mecenazgo resurgir.

En fin, experiencias que todo separado ha vivido. Pepe, que antaño fue un ciudadano como vos, lo primero que debe hacer es saber qué es, quién es, dónde está y ser fiel a sí mismo, para saber y hacer saber al resto de ciudadanos como vos, y a los ciudadanos que no son como vos, si quieren formar pareja. Importante para ello la nueva casa, incluso el felpudo. No es igual «hogar dulce hogar» que «bienvenido», eso sí, borrando lo de «la república independiente de tu casa» del anuncio de Ikea.