Me disponía el sábado pasado a atender una entrevista en una radio venezolana, por causa de haberse hecho eco de un artículo mío sobre el caso de la atleta Caster Semenya, asunto sobre el que se ha pronunciado el Tribunal del Deporte en Suiza, --en relación a su alteración cromosómica y su posible ventaja en la competición--; donde exponía como jurista las posibles vulneraciones de derechos de esta deportista, invitada por otro colega de Caracas, Antonio Quintero, especialista en derecho deportivo internacional en su programa deportivo. Pues bien, hete aquí que cinco minutos antes de iniciar la entrevista, me comunican que el régimen Maduro ha tomado la decisión de limitar frecuencias en radios no políticamente adeptas al régimen y que, por tanto, la entrevista quedaba suspendida. Resultaba extraño por el tema a tratar, aunque entendible en un régimen que se sostiene a base de limitar derechos y actuar de forma totalitaria. El abogado me pidió disculpas, y le contesté que no se preocupara, que el hecho, sin ser importante, lo que servía era para evidenciar una situación de un país que se diluye hacia un sistema personalista y totalitario que solo le queda el recurso de la prohibición y cercenar derechos y libertades. Me comprometí con mi colega a denunciarlo, y en ese compromiso me encuentro, pues este país no se merece seguir estando sometido a la idolatría totalitaria de un régimen, que sucumbe al pavor de perder el poder; y esto a costa de limitar y denigrar las libertades de la inmensa mayoría. Esto es un acto de soberbia que debe ser combatido. A la distancia las palabras pueden ser miles, pero cuando esos hechos se producen en tu cara, una no puede más que decir que esos planteamientos absolutistas tienen que ser retratados, frente al humanismo del derecho, las creencias de la razón, y la libertad de expresión y pensamiento.

Venezuela no puede representar el caso histórico necesario y deben ser escuchadas las palabras, los gestos y las víctimas de un régimen que se agota y trata de apalancar sus últimos suspiros entre la inoperancia de una diplomacia internacional que se debate entre secundar entre la adversidad de lo que podría suceder, y la dictadura que respira ante la destrucción de un territorio, que hace de su riqueza la escusa idónea para que su clase dirigente trate de arreglar cuentas antes de ser sacados, y expulsados por la fuerza de una sociedad civil que ya empieza a tener dificultades de respirar, porque la democracia está tan contaminada que empieza a destrozar los pulmones de sus calles, las vergüenzas de sus instituciones, y el devenir común de miles y miles de personas que deciden cada día enfrentarse a un régimen más visible que existencial pero que les está robando el devenir de su historia.

La entrevista a la que me había comprometido a contestar iba a hablar del caso de la atleta, que ha sacudido el deporte internacional por ser una decisión que ha emitido el TAS ( Tribunal Arbitral del Deporte), sobre la conclusión de un tribunal que reconoce la discriminación, pero así y todo, culpabiliza a la víctima. Posiblemente de política poco íbamos a hablar, a no ser que el régimen considerara que hablar con libertad no es posible en un régimen como el de la Venezuela de Maduro. Animo país Venezuela y gentes de bien, el ego de un personaje nunca bastará para apalancar el totalitarismo cuando la inmensa mayoría aspira y lucha por la libertad.