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La chorrera

José L. Aroca

La urna de Pandora

Al final vamos a tener Gobierno en este país por agotamiento, por aburrimiento

Al final tendremos Gobierno por agotamiento, por aburrimiento. Pero esto no pinta nada bien para los intereses generales del país, de España, y es probable que ese Ejecutivo, previsiblemente presidido por Pedro Sánchez porque nadie discute la victoria del Partido Socialista esta noche, no dure mucho.Las izquierdas tuvieron su oportunidad en primavera, y la dejaron pasar, de forma increíble dado el caudal de apoyo político y cierto entusiasmo habido entre sus seguidores, que no dejaban de mirar de reojo al ejemplo portugués, y de pensar en una península ibérica ejemplar en el contexto de la Unión Europea; modelo de una cierta reconquista socialdemócrata de esta región mundial que añora la mítica del socialismo democrático alemán o nórdico.

Qué pasará esta noche, cuando contemos las papeletas, no tengo ni idea. Al electorado se le ha metido tal zarandeo en los últimos años, y especialmente en los últimos doce meses, a contar desde las elecciones autonómicas andaluzas, que el sol puede salir por Valencia, o sorprendernos y hacerlo por la costa del Alentejo.

Lo que resulta probable es una cierta vuelta al bipartidismo, pero con un PP formalmente fragmentado pues se ha dejado en la transición reciente a su ala de extrema derecha, a la que además han ido a parar muchos cabreados de este país, igual que hace cinco, cuatro años, los indignados dieron con sus votos en Podemos; partidos ambos que vienen a romper, aunque de manera opuesta, un sistema insatisfactorio, no solo para ellos sino para gran parte de los españoles que en eso coinciden: la situación política y nacional es insostenible y vivimos una pesadilla de semi, o bloqueo entero, desde principios de 2016.

A Sánchez se le han ido complicando las cosas en los recientes meses, y en los últimos días ha probado en sus carnes la crueldad social española, la de levantar y derribar líderes, casi a la costumbre del viejo reino hispanovisigodo cuando erigían reyes y los nobles tardaban poco en asesinarlos para probar con otro nuevo.

Hace décadas eso se salvaba con la llamada mayoría silenciosa; esa masa decisiva, amplia, que no hacía ni caso a los líderes de opinión, a las corrientes de moda, espontáneas o alimentadas con grandes ventiladores interesados, y que al entregar su voto en el colegio electoral daba una lección de sensatez que siempre asombraba a políticos y periodistas, vecinos siempre a la hora de compartir esa impenetrable burbuja y campana de cristal donde nos retroalimentamos en un espectáculo muchas veces indecente.

UN AISLAMIENTO voluntario, adobado de mercantilismo y cierta irresponsabilidad, ajeno al pulso de la calle, en el que se crean teorías y acuñan consecuencias políticas casi irrefutables, que saltan por los aires la noche electoral sin que nadie pida luego disculpas. El problema es que esa mayoría silenciosa es cada vez más manipulable, menos crítica, agrupada en torno al espectáculo mediático, de la televisión, la radio, pero también de la prensa escrita, y por otro lado en España se castiga cada vez con más dureza el libre pensamiento, el disentir, acosado por unas redes sociales con millones de adeptos al linchamiento que son incapaces de interpretar, contrastar, y situar en contexto las opiniones ajenas. Siguen fanáticamente al primero que lanza la piedra, que suele ser el más avispado oportunista arrimando el ascua a su sardina.

Pedro Sánchez ha recibido injustamente más bronca por su error con la actuación de la Fiscalía en el asunto del prófugo Puigdemont, que los dirigentes de derecha que han incrustado a la extrema derecha a las instituciones desde que se votó hace un año en Andalucía, una vez tras otra según se han ido celebrando elecciones en los últimos meses. Pero también se le acusa a él de no combatir ese extremismo. Vaya panorama, además, con un Congreso de los Diputados donde la inoportuna coincidencia de la sentencia del proceso separatista, con las elecciones, va a sentar a más de 20 catalanes independentistas en el que sería quinto conjunto político tras PSOE, PP, Unidas Podemos y la extrema derecha.H

* Periodista

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