Vivimos tiempos de vida mínima. Todo se ha vuelto pequeño, diminuto, casi imperceptible, Nuestras liturgias cotidianas se han adelgazado. Se acabaron los rituales de salir a dar un paseo a comprar el pan y pararse con todo el mundo, guiados por la interacción propia de los seres humanos. Ya no hay tiempo para el beso, para el abrazo, solo para una representación extraña del afecto concretada en codazos extraños. Antes del fatídico 13 de marzo confieso que una de mis principales vías de escape era disfrutar de los placeres de la amistad ante las buenas tapas y raciones de los bares de esta ciudad. Ya todo ha desaparecido. Conseguir una mesa es complicado y antes de ocuparla hay que desinfectarla como si se fuese a realizar una autopsia en ella.

La vida se ha reducido. Entramos en un tiempo de poco ruido, con las discotecas transformadas en un espacio aséptico donde el roce es poco menos que pecaminoso, donde las miradas son siempre descaradas, donde lo furtivo es la seña de identidad. Y qué me dicen de las cartas. A mí no me gustaban las grasientas y manoseadas de la era anterior, pero eso del código QR para elegir es algo que sólo está al alcance de unos pocos. ¿Qué hace una viejecita con un código QR? A mí me gustaría que se volvieran a ‘cantar’ las tapas con la tiza en la oreja del camarero. La hostelería ha abierto con un aforo muy restringido. También hay que pensar a olvidarse de aquellas largas cartas de los restaurantes. Es muy difícil que salga rentable tener todo de todo. Los escandallos de los platos no salen. Muchos restaurantes han suprimido sus menús populares. Espero que la tradición de la tapa se mantenga. Es una seña de identidad de la gastronomía patria y hay restaurantes que son auténticos maestros en estos miniplatos. Yo espero programar en breve una visita a alguno de estos templos gastronómicos donde puntillitas, boquerones, ensaladas, gambas, solomillo troceado y pulpo a la parrilla son los reyes. Todo se ha adelgazado. Es la vida mínima en estos días extraños. Refrán: Comida de aldeanos, sin manteles, pero mucho y sano.H

* Periodista