La existencia de abundantes existencias de litio en la provincia de Cáceres, particularmente en Cañaveral donde no se ha manifestado gran oposición a que se extraiga, se ha convertido en un preciado bien que trae discrepancias por su aprovechamiento económico en relación a los equilibrios territoriales, y no solo en esa incipiente reciente tensión interprovincial Cáceres-Badajoz, sino con la avasalladora noticia de que, sin más, su plena industrialización tendría lugar en Cataluña para fabricar baterías de coches eléctricos.

La guerra sobre el otro yacimiento conocido, el de la Sierra de la Mosca junto a la ciudad de Cáceres, parece ya más bien resuelto en contra, desde que la posición ampliamente mayoritaria en el Ayuntamiento advirtiera que no van a facilitar ningún cambio en el planeamiento urbanístico que haga posible esa extracción en lugar tan cercano a la capital cacereña.

Hay un diputado de la ciudad en el Congreso, por el PSOE, César Ramos, que viene librando una abierta posición personal en contra de cubrir Extremadura, o la provincia de Cáceres que es lo que le compete electoralmente, de paneles solares sin que con ello y pese a los anuncios que se hacían, se note en el montante de la economía regional; en el PIB, en la elevación de la renta, en la atracción de proyectos fabriles al abrigo de la abundante producción eléctrica.

Estos días atrás se adelantó al advertir públicamente a una de las empresas grandes productoras energéticas que están muy bien las plantas fotovoltaicas, pero que también hay que pensar en proyectos industriales que puedan ser complementarios. El aviso ha cobrado razón al conocerse que otra materia prima, las existencias de litio, podrían ser de nuevo materia de un colonialismo económico al industrializarse en Cataluña, como bien ha pregonado el consorcio alemán que quiere allí una fábrica de baterías para los coches eléctricos que produciría a partir de finales de año.

Un asunto con vertientes muy delicadas, políticas y económicas. Una ciudadanía, y sectores políticos cacereños, escocidos con el proyecto de la Sierra de la Mosca, y ahora con el hecho de que el mineral se industrializara en la otra provincia extremeña, o más lejos aún. El tema afecta muy directamente al partido gobernante en la Comunidad, en la provincia, y en la capital cacereña, que es el PSOE, de cuya corporación municipal ha salido un movimiento político provincialista para el que ocasiones así, las pintan calvas.

Es política, de la buena. La duda, el debate, opciones, elegir, decidir entre inconvenientes. Y la política, la gestión de los asuntos públicos, si se ejerce en pro del bien común es siempre apasionante, como el encuentro de opiniones sobre qué hacer. Otra cosa es el periodismo sobre partidos, al que los telediarios que veo, los de TVE, son tan aficionados, que no hay cuestión en la que ocupe más la misma y sus matices, que la retahíla de opiniones y verborrea de los portavoces de partido a la que abnegada y tediosamente parecen entregarse reporteros y minutos televisivos.

Nada que ver, por suerte para estos otros, con los telediarios públicos portugueses de la RTP, donde las cuestiones se tratan con la profundidad posible, mediante personas que opinan armadas de argumentos y documentación, sin el ruido ensordecedor, diarreico y creador de tensión pública, propio de nuestra peculiar, y detestable, forma de hacer periodismo.

Así que a veces hay que hacer zapping hasta con el telediario, amortizando los minutos inútiles, en espera de que nos informen por ejemplo sobre una covid en la que Extremadura salta sin límite entre el desastre y el ejemplo nacional, y las medidas de la Junta son ya radiadas cada semana y de antemano por los sectores económicos interesados, en la táctica de los hechos consumados.

*Periodista