Hace tiempo que el asunto ha pasado a ser insoportable porque la gestión de la pandemia nos mantiene angustiados. Mientras, la confianza y la esperanza en las vacunas, que era el único salvavidas al que agarrarnos en medio de este huracán sanitario y económico, se han ido desgastando por las informaciones contradictorias que nos lanzan un día sí y otro también.

En un principio, cuando el miedo más nos atenazaba, ni hubo comité científico que avalara las decisiones, ni control medicalizado de las residencias, ni abastecimiento de material de protección a los sanitarios ni a la población. El resultado fue un intolerable número de muertos en soledad que nos dolerá a los españoles mientras vivamos. Sánchez se dedicó desde entonces a las presentaciones de fantasías, a discursos insufribles llenos de palabras, pero vacíos de realidades, y a eludir la responsabilidad sobre sus competencias para que cada una de las comunidades autónomas cargara con la tarea de llevar a cabo las actuaciones que consideraran oportunas.

Y a consecuencia de ese encargo, Extremadura está sufriendo la arbitrariedad de las decisiones de la Junta. Habrán visto alguna de esas ruedas de prensa; como Vara ha seguido el ejemplo de su jefe de filas y no comparece para hablar de la pandemia, le sustituye Vergeles que lo mismo dice sí, que no, que todo lo contrario. ¿Recuerdan ustedes cuando al principio de esta crisis nos amenazó diciendo que esperaba no ver a alguien con mascarilla? Que las mascarillas eran solo para los alérgicos, que alarmaban y eran innecesarias. De ahí hemos pasado a tener que llevarla hasta en la playa o el campo, aunque uno esté solo. Lo mismo ocurre con el cierre perimetral de la comunidad; lo que era imposible porque no había fronteras, ahora es absolutamente necesario, eso sí, cambiando de decisión en horas: una tarde se anuncia la apertura de la región y a la mañana siguiente se rectifica y se mantiene cerrada con el consiguiente grave perjuicio para el sector turístico y el de restauración.

Mientras esto sucede, los extremeños contamos las horas para vacunarnos. Que cualquier vacuna es mejor que las graves consecuencias de contraer el virus, eso es seguro; pero los bandazos que están dando sobre la edad de aplicación, sobre si poner o no una segunda dosis o sobre la suspensión de la vacuna Janssen, están generando una desconfianza total en muchos ciudadanos. ¡Cómo para creerse que en el verano estará vacunada el 70% de la población!

La última noticia es, según indican las pruebas, que parece que tenemos un brote de la cepa brasileña, introducido por esquiladores uruguayos que han pasado sin control por Barajas -el gobierno sigue sin controlar el aeropuerto-, y que han trabajado en varios municipios extremeños. Pero esto, ¿cómo es posible?

* Ingeniero Técnico Agrícola y diputada autonómica del PP