Al gobierno de Sánchez le conviene tenernos divididos en bandos; los bloques, la desunión debilitadora le viene bien para aferrarse al poder. Hoy volvemos a estar fragmentados: por una parte los constitucionalistas que abogamos por la unidad de España -y ahí no debe haber color político- y por otra los que van contra la Constitución para favorecer sus intereses políticos o territoriales, auspiciados, en estos tiempos, por Sánchez y sus acólitos a cambio del poder.

¿Hasta dónde llegará esa permisividad y servilismo que mantiene con sus socios separatistas? De momento, estamos ante la concesión de indultos a quienes ilegalmente trataron de llevar a cabo un referéndum independentista, alzándose contra el Estado y la ley, y que están condenados por un delito de sedición y algunos de ellos por malversación de dinero público. La paradoja es que Sánchez se ha tenido que emplear a fondo para convencer a los condenados que, en un ejercicio de colosal desprecio y soberbia, mandaron los indultos a…ya saben ustedes dónde.

El resultado del trabajo de Moncloa es la carta de Junqueras –el Mandela catalán según Ábalos- en la que «magnánimamente» acepta el indulto y expone que la vía es un referéndum pactado. O lo que es lo mismo, que hay que sentarse en la mesa de negociación para conseguir la independencia. El PSOE dice que esto es un alivio. ¿Por qué lo llaman alivio cuando todo esto es una entrega vergonzosa a cambio de los votos de ERC? Van a indultar a quienes volverán a hacer lo mismo, y lo harán en contra de la opinión de la Justicia; a quién, por cierto, Sánchez considera vengativa y revanchista. Vara también ha opinado. No crean que condena los indultos, ¡no!, como buen servidor sumiso de Sánchez dice que es un gesto importante. Pero esto no se combate con gestos, se combate con gestas como las que protagonizan a diario quienes defienden, por ejemplo, que sus hijos puedan hablar el español en Cataluña.

¡Qué infamia! A cambio de mantener su incompetente gobierno, ignoran el esfuerzo de los ciudadanos catalanes, que por considerarse españoles sufren diariamente el acoso de sus propios vecinos, el esfuerzo de la Guardia Civil y de la Policía Nacional para controlar los altercados, el del gobierno que aplicó el 155 para proteger al Estado y el del poder judicial para asegurar el cumplimiento de la ley. Para colmo, dice Sánchez, con todo el cinismo del que es capaz (¡qué es mucho!) que tengamos confianza en él.

Para el sanchismo todo esto no es importante, lo grave aquí es una foto en una plaza y no que el gobierno se siente a negociar con separatistas. Y yo digo que no una sino mil plazas, y no mil sino las plazas de todos los pueblos y ciudades de España deberían llenarse de españoles, de cualquier ideología; solo hace falta creer firmemente que la Constitución, el Estado de Derecho y España no se venden. ¡Y menos a cambio de ocupar un sillón!

*Ingeniero Técnico Agrícola y diputada del PP