Sinceramente no dejo pensar en ello, ¿qué ha hecho el español para merecer esto? ¿Ser el mejor de los embajadores? ¿Ser fuente de riqueza y de sabiduría? ¿Ser contenedor de nuestra historia y patrimonio? ¿Representar a las mentes más ejemplares? ¿Ser generoso, diverso, abierto? ¿Ser vehículo de comunicación? ¿Ser el aliento de la creatividad? ¿Ser respetado? ¿Ser prestigioso? ¿Contar con extraordinarios y rigurosos profesionales? Sinceramente me pregunto ¿qué ha hecho para merecer tal escarnio público? ¿De verdad era necesario? Antes de que comenzase la campaña electoral en la Comunidad de Madrid ya sabíamos o era fácil intuir que con tanto insulto grueso y populismo de segunda fila Toni Cantó ocuparía un lugar en el gobierno del Partido Popular. La sutileza en sus discursos, la política de las pequeñas cosas para reflejar su sensibilidad, la preocupación real por resolver los problemas reales de la ciudadanía, la crítica sátira y mordaz para atacar al adversario, la rigurosidad de los datos que se aportaban, brillaban por su ausencia, pero su grito «fuera chiringuitos» era más poderoso que el sol. Puede ser que a Génova le guste lo bizarro y ante todo lo ocurrido en su construcción fuese su mejor estandarte; sin sonrojo ha pasado del rosa de Rosa Díez, al naranja de Albert Rivera y ahora al azul de Isabel Díaz Ayuso (¿será ella la siguiente en la lista? aún le queda un color por lucir). Su trayectoria no merece ningún tipo de mención relevante, todas y todos somos plenamente conscientes de ello, por eso no comprendo como a quien simboliza y abrillanta la incoherencia, el sonido hueco de la demagogia más interesada, sea situado al frente de una oficina o chiringuito para representar y defender al español. A nuestra lengua, a nuestra patria madre. Seguramente en la gestación de la idea de su creación estaba buscar la provocación, la noticia, este propio comentario, jugar con el antichiringuitos en un chiringuito, manosear la idea de apropiarse del español como ya se hizo con la bandera constitucional, con la propia Constitución del 78 y hasta en la intimidad de las creencias religiosas. Contaban con este escándalo, pero quizá ahora venga una gota malaya sobre su propiedad, quizá busquen ensuciar algo que se nutre del trabajo de magníficos profesionales, que se reproduce de nuestras vidas y cómo entre todas y todos lo creamos, quizá lo intenten, pero no lo conseguirán.

Abomino de quienes hurtan a la ciudadanía de elementos de unión y conexión para construir el escándalo del día y convertirlo en la trinchera del mañana.

*Filóloga y diputada regional del PSOE