El Periódico Extremadura

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Joan Tapia

Tribuna abierta

Joan Tapia

¿Qué quiere Feijóo?

Nadie sabe el futuro, pero lo que se deduce del congreso de Sevilla es que el PP estará dirigido por Núñez Feijóo en estratégica unión con Moreno Bonilla, el presidente andaluz. La cúpula del nuevo PP (hay cambio) revela un gran peso de Galicia y Andalucía. Así Madrid, al contrario que en la etapa anterior, queda en tercera posición. 

Las cuotas geográficas permiten vislumbrar, además, la nueva apuesta. Si algo ha caracterizado la política de Feijóo en Galicia es que el pragmatismo conservador ha primado sobre la ideología derechista. Y lo mismo pasa en el caso de Moreno Bonilla, que en Andalucía arrebató el poder al PSOE, pero sin cambios traumáticos. Pragmatismo implica primar la gestión sobre la ideología y, por tanto, renunciar al esencialismo derechista (e incluso a la maniquea brocha gorda antisanchista) de los anteriores líderes del PP, que ideológicamente estaban próximos, o pendientes, del discurso de la eclipsada Cayetana Álvarez de Toledo. Y quizás del Aznar de sus días mas combativos.

El PP tiene hoy dos grandes retos. Uno, poner freno al ascenso de Vox que vienen reflejando las encuestas y que ha hecho que Abascal pueda hablar -precisamente el fin de semana- de conseguir 100 escaños, cuando ahora tiene 52 (y el PP 89). Dos, tener más credibilidad como partido fiable para gobernar que el PSOE, lo que era imposible con un Casado que siempre salía peor valorado que Sánchez. 

¿Cómo superar estos desafíos? Feijóo parece creer que el PP debe marcar una línea propia y no insistir demasiado en el discurso extremado de Casado y Ayuso. Si siempre se proclama que en España pasan cosas terribles y que la unidad nacional está en peligro se puede estar justificando el mensaje tremendista de Vox. Más vale pues no magnificar las descalificaciones al Gobierno, sino presentar alternativas razonables y creíbles. Y actuar sin complejos como si el PP fuera a seguir siendo el gran partido de la derecha, vinculado al PP europeo, con el que Aznar y Rajoy lograron mayorías absolutas. Priorizar las propuestas pragmáticas que puedan atraer a muchos electores sobre la fundamentalista «batalla cultural contra la izquierda».

Pretende recuperar al PP con un discurso propio y sin miedo a Vox. Andalucía será su gran prueba

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La frase de Feijóo de que él ha llegado para ganar a Sánchez y no para insultarle sintetiza la apuesta. Cree que, para vencer, el PP no debe alentar la crispación sino, al contrario, lograr ser visto como el partido del cambio tranquilo y seguro. Tentando al Gobierno con pactos que le puedan interesar y al mismo tiempo condicionar. Y dejando a Sánchez cargar con la culpa de rechazarlos, si molestan a sus socios o aliados. Con la idea de que, en tiempos de crisis, el poder desgasta a quien gobierna. Y también tiende a moderar el nacionalismo español, o el antinacionalismo periférico. En este sentido, es remarcable el cambio de foco. Agita poco (o nada) los indultos a los políticos catalanes condenados, presume de hablar gallego y propone «el bilingüismo cordial, porque las lenguas son para unir y no para dividir».

Con un discurso menos áspero, una marca que logró dos mayorías absolutas, el ligamen con partidos europeos y la usura del Gobierno, Feijóo cree que puede encarnar un atractivo cambio tranquilo, dejar atrás a Vox y ganar las próximas elecciones generales. 

Y con esta bandera afrontará Moreno Bonilla, reforzado en este congreso, las próximas elecciones andaluzas que serán su primera prueba de fuego y en las que Feijóo aspira a no quedar prisionero de Vox, como en Castilla y León. Luego reajustará la apuesta al análisis de los resultados.

*Presidente del Comité Editorial de El Periódico

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