El Periódico Extremadura

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Aracely R. Robustillo

MACONDO EN EL RETROVISOR

Aracely R. Robustillo

Periodista

«Te has enamorado del malo, imbécil»

Las redes sociales han traído muchas cosas a nuestras vidas. Unas, buenas y otras, menos. A los periodistas, nos ofrecen la oportunidad impagable de interactuar de forma directa con la audiencia o los lectores; conocer sus reacciones, qué les interesa o qué les preocupa de primera mano, sin filtros ni casi censura, al cobijo del anonimato de seudónimos y nombres falsos en muchos casos. Los comentarios y las respuestas a las noticias en estas plataformas nos sirven para tomar el pulso de la opinión y las preferencias de los usuarios. Y yo he de reconocer que estoy 'enganchada' y, también, que no dejan de sorprenderme, aunque no siempre para bien. 

El ingreso en prisión sin fianza del joven de 27 años al que se le imputa un delito de intento de homicidio por presuntamente apuñalar con arma blanca hasta 25 veces a su pareja, una mujer de 22 años, en Don Benito, ha sido la última noticia que ha abierto la caja de Pandora para algunas valoraciones miserables. Y es difícil de digerir, la verdad, que en un suceso tan dantesco y repugnante no haya una respuesta unánime de rechazo y condena, sin fisuras ni matices. Y punto. 

Cuesta entender que haya iluminados que traten de buscarle cualquier grado de justificación a la violencia machista; o que aprovechen la coyuntura para verter opiniones racistas sobre el asunto y vinculen ciertas nacionalidades o etnias al maltrato, con conclusiones y generalizaciones tan simplistas, que son dignas de patio de colegio, y que dicen mucho de sus emisores y de su ignorancia, que es a lo que se reduce todo en estos casos. 

Esta lacra social no es ni mucho menos exclusiva de los ciudadanos procedentes de otros países. En el año pasado, sólo 7 de los 43 asesinos que mataron a sus mujeres, eran extranjeros, los 36 estantes, eran españoles, según datos del Instituto de las Mujeres del Ministerio de Igualdad. Y la proporción es similar en años anteriores. 

Debemos tener claro que 'los malos' de esta película no responden siempre a un determinado estereotipo. No están definidos por su color, su procedencia, su formación o su clase social. Si así fuera sería todo mucho más sencillo para todos. Para las víctimas y para las futuras víctimas sobre todo. Reconocer a simple vista o en pocos minutos a los posibles maltratadores cambiaría mucho la vida de todas esas mujeres, que han vivido en sus propias carnes la transformación del amoroso compañero en el lobo depredador.  

Pero hay a quien le gustan los arquetipos. Los villanos que encajan en el perfil al que nos tienen acostumbrados la literatura y sobre todo, las películas y las series. El cine comercial americano tienen un máster en la materia y es especialmente obvio en sus elecciones, que han ido cambiando con el tiempo y su Historia. Los antagonistas son los indios, los rusos, la gente de color, los islámicos... 

Aunque la realidad sea siempre mucho más complicada. De hecho, a menudo sucede que nada es lo que parece. Los buenos no lo son tanto, ni los malos 'habituales' lo son siempre en realidad. Tampoco las víctimas encajan a veces en el 'perfil' tradicional de mujeres inexpertas o vulnerables. 

Las hay más y menos jóvenes, con carreras profesionales de alto nivel y las hay sin estudios; mujeres apabullantemente seguras de sí mismas y otras que no lo son tanto; procedentes de familias desestructuradas y las que se criaron en los hogares más 'ejemplares'; religiosas y ateas, tradicionales y modernas. Lo único que comparten es haber elegido al hombre equivocado, como la protagonista de 'Tesis', de Alejandro Amenábar, y necesitan que alguien le diga la mítica frase de Fele Matínez: «Te has enamorado del malo, imbécil». 

Y es que el retrato del maltratador, también tiene muchos prismas, y muchos 'envoltorios' engañosos. Hay un libro de la irlandesa Marian Keyes, 'Un tipo encantador', que plasma a la perfección el peligro de caer en las redes de un 'ciudadano ejemplar'. Porque a veces, el más dañino y cruel de todos los posibles agresores, es aquel que se esconde tras la apariencia del yerno perfecto, atento y educado que cualquier madre o padre querría para su hija. 

Y quizás eso es lo que más miedo da. A todos nos gustaría pensar que estamos a salvo de ciertas cosas. Que la maldad y la violencia no viven entre nosotros ni entre nuestros semejantes, que son algo foráneo y lejano. Dormiríamos mejor así, pero no es verdad. 

*Periodista

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