Opinión | Tribuna abierta

La 'huella higueriana' en las postrimerías de los 90

El periodista Pepe Higuero, del que hoy se cumplen dos años de su fallecimiento, fue una pieza decisiva para el desarrollo de Cáceres

Pepe Higuero.

Pepe Higuero. / RUFINO VIVAS

Los 90 viven para siempre, seguramente porque han encontrado medios para seguir con vida, por su eclectismo que toca la aorta, sus vaqueros rotos, sus camisas de leñador, mucho de retromanía y, en el caso que nos ocupa, la pajarita, prenda esta última que imprimió en Pepe Higuero un aire de gentleman del que supo hacer gala hasta el final de sus días. Hoy, al cumplirse el segundo aniversario del fallecimiento del periodista que más ha marcado la historia reciente de Cáceres, no está de más revalorizar su figura y el legado que dejó en la defensa del cacereñismo. Recuerdo, a modo de anécdota, cuando en 2012, un exalto dirigente extremeño me comentó sin rubor que él nunca había leído de forma profusa el Extremadura al tratarse de un periódico «tan cateto como la ciudad a la que representa».

En ese momento me acordé de Pepe, de lo que le hubiera contestado, de cómo tirando de su ironía y retranca, hubiera dejado dialécticamente KO a aquel político que en ese momento demostró una falta tremenda de conocimientos, formación, educación y empatía. No fui yo capaz de responder, y eso que aprendí de Higuero algunas buenas lecciones, pero el saber reaccionar ante las situaciones incómodas y salir airoso de ellas, es algo que tiene mucho que ver con la astucia y la inteligencia y que, aunque se cultiven, siempre suelen ser conductas innatas que bien encarriladas son propias de las personas brillantes.

Pepe brilló. Lo hizo aún no siendo del todo reconocido y con el riesgo de que como no se rescate su figura termine perdiéndose en el olvido.

Comencé a trabajar en este periódico cuando aún estábamos en el Camino Llano, mucho antes lo hicieron quienes nos precedieron en La Generala y La Madrila y a los que debemos nuestra gratitud y reconocimiento, a punto de cumplir (será el próximo año) el centenario, y convertirnos en el primer periódico de la región con un siglo de trayectoria.

Era entonces la de Camino Llano una redacción o más bien una pequeña selva del bien donde se amontonaban cual sabana de leones los teletipos, que se cortaban con el tipómetro, sin teléfonos móviles, sin clickbait, sin redes sociales, sin el azote de audiencias y titulares inexplicables que a veces borraría del mapa para volver, paradójicamente, a la nostalgia del periodismo de garra y de calle, de papel, no de pantalla, de maquetas que pintaba Enrique Ache, el hermano de Pepe, que también marcó tendencias por sus inigualables dotes como diseñador.

¿Por qué no un premio municipal de periodismo que lleve el nombre de Pepe Higuero?

Pepe Higuero nació en 1946 en Alcuéscar. Llevaba el periodismo en la cabeza y en el corazón, dos virtudes fundamentales de este oficio. Siempre demostró el profundo amor que sentía por Cáceres. Por su ciudad luchó y a su ciudad reivindicó. Lo hizo desde todos los puestos que desempeñó, no solo como director general del Extremadura en 1984 y como director del periódico entre los años 1994 y 1998, sino como director de Radio Popular, miembro de la Caja de Ahorros de Extremadura o director general de Cultura de la Junta de Extremadura en tiempos de Jaime Naranjo como consejero.

Pepe Higuero siendo director del Extremadura.

Pepe Higuero siendo director del Extremadura. / EL PERIÓDICO

Aparte de su labor periodística, destacó por su papel fundamental en la remodelación del Teatro Imperial de Don Benito y la organización de los actos de Extremadura 92 coincidiendo con la celebración del V Centenario del Descubrimiento de América. A él se debieron, en ese contexto, la designación de Cáceres como Capital Cultural de la región, la reforma del Gran Teatro, e incontables acciones como gestor cultural. Tuvo que ver, y mucho, con la llegada del Womad y la celebración del concierto de Sting en el Príncipe Felipe en 1993 o el del maestro Yehudi Menuhin dirigiendo la Orquesta Sinfónica de Lituania o los de Celia Cruz y Tito Puente, Serrat, Dire Straits, el Ballet Nacional de Montecarlo... porque Pepe quería situar a Cáceres en el lugar que creía merecer. Sin localismos, sin lucha territorial, sin posturas parciales, sin argumentos plañideros, sino mostrando las bondades culturales y turísticas de una de las capitales de provincia con mayor futuro del país, siempre y cuando se reme a una en conseguirlo.

Son razones más que suficientes como para que aquellos que hoy dirigen nuestra ciudad tomen nota de la ‘huella higueriana’, de lo que este periodista, que tocaba el clarinete y era un reputado fotógrafo, supuso para Cáceres en los inicios y las postrimerías de los 90, y se sumen a la iniciativa de homenajear a Pepe Higuero (¿por qué no un premio municipal de periodismo que lleve su nombre?). Sería un buen momento para seguir demostrando que nunca fuimos unos catetos. 

* El autor es periodista

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