El Periódico Extremadura

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el apunte

Gema Guerra Benito

La ciudad del desconcierto

Si el de la feria fue un batacazo inesperado, el de este martes lo duplica aunque, en este caso, el silencio hacía temerse lo ocurrido

Luis Fonsi, en un concierto. Quique García

No es uno, que a cualquiera le puede pasar porque el azar es caprichoso y si algo ha revelado la pandemia es que nada es seguro. Tampoco dos, ni incluso tres, sino cuatro. Ni Izal, que prometía ser el ‘concierto grande’ de ferias y fue cancelado ‘in extremis’, ni Luis Fonsi, ni Melendi, ni Morat. En cuestión de semanas se han caído del cartel casi la mitad de los nombres de aquella hornada que el ayuntamiento presentó con grandilocuencia en una rueda presidida por el propio alcalde. La promesa: Cáceres sería este año una ‘ciudad de conciertos’.

Contrasta aquel deseo ilusionante con el desconcierto que manifiesta la calle, y ahora por segundas. Si el de la feria fue un batacazo inesperado, el de este martes lo duplica aunque, en este caso, el silencio hacía temerse lo ocurrido. 

Tras este segundo traspié, toca reflexionar ahora a quien corresponda en el ayuntamiento sobre si era oportuno presentar como propio algo de lo que ahora se desliga. En ambos casos, ha achacado a las promotoras la responsabilidad única de las cancelaciones. 

Toca reflexionar también sobre si era oportuno presentar como asegurado algo que se sustentaba exclusivamente en la palabra. Fuentes municipales apuntan que no hay cláusulas porque no hay contrato. La única relación contractual es la de cesión del Hípico. Por tanto, queda en el aire la responsabilidad legal que podrán tener las empresas si realmente no hay ningún documento al que aferrarse. 

Cierto es que hubo atisbo de autocrítica en Salaya cuando dijo que habrá que replantear el formato de cesión pero no dejó nada en claro. Si muchos ayuntamientos se guardaron las espaldas ante la inestabilidad del coronavirus y la oleada de cancelaciones, lo más sensato es que también se haga lo propio en esta nueva normalidad. Si todo lo que apareja ceder el recinto en dispositivo de limpieza y seguridad ya supone un desembolso para las arcas municipales, habrá que garantizar que las promotoras cumplan su parte porque de lo contrario, la responsabilidad de que esa inversión caiga en saco roto, aunque no se quiera reconocer, también es del propio consistorio. 

Mientras tanto, seguimos sin conciertos. Y no porque antes los hubiera, que tampoco, sino porque cuando se promete y no se cumple, duele el doble.

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