El Periódico Extremadura

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Enrique Pérez Romero

nueva sociedad, nueva política

Enrique Pérez Romero

Impuestos, campañas y mercado persa

La política española hace tiempo que es una inmensa e insoportable campaña electoral

Guillermo Fernández Vara en la Asamblea de Extremadura el jueves pasado. El Periódico Extremadura.

La altura del debate público en España es lamentable. La responsabilidad recae, por este orden, en una clase política exclusivamente preocupada de los resultados electorales que garantizan su supervivencia como tal clase, y de los medios de comunicación mayoritarios, alineados con unos u otros partidos.

El nivel subterráneo al que nos hemos acostumbrado es una suma de tres factores: no se habla de los temas realmente importantes, se centra la discusión solo en cuestiones que afectan a réditos electorales, y dentro de esas cuestiones se polarizan los debates en términos dicotómicos que impiden el necesario análisis complejo. El resultado es un ensordecedor ruido constante. Un ambiente en el que la clase política es, dramáticamente, mucho más un problema que una solución. 

Uno de los mejores ejemplos es la insoportable diatriba sobre el sistema fiscal, a la que asistimos como primer acto de la campaña electoral de municipales, autonómicas y generales de 2023. 

La discusión elude un tema previo de enorme envergadura: el crecimiento vegetativo de España es negativo desde 2015 (muere más gente de la que nace) y, como consecuencia, tenemos una pirámide poblacional regresiva que provoca un descenso imparable de la masa productiva potencial, situada casi en el 70% hace dos décadas, y que no llega ahora al 65%. Eso quiere decir que, productivamente, el país se cimenta, redondeando en un escenario óptimo, sobre un 40% de su población. Algo totalmente insostenible a largo plazo. 

Pero de esto nadie habla. A cambio, estamos embarrados en un debate sobre quién paga qué, cuánto y dónde que, si supusiera una conversación seria sobre el sistema económico, quizá merecería la pena. Pero tampoco.

Un sistema es un conjunto de elementos, no solo uno. El sistema económico contiene muchísimos, pero por centrarnos solo en el balance presupuestario, encontramos ingresos y gastos. Lo primero que se hace dándole tanto protagonismo a los impuestos, es orillar el trascendental debate sobre los gastos. No hace falta ser muy avispado para entenderlo: la cuestión no es solo cuánto y cómo se recauda, sino cuánto y en qué se gasta. 

Sin hablar de en qué se gasta el dinero público, discutir sobre lo que se ingresa es absolutamente falaz. Por muchas razones, pero una fundamental: la ciudadanía está dispuesta a realizar sacrificios importantes para bienes colectivos fundamentales, pero no para lujos, privilegios, fiestas, ineficiencias, mala gestión o corrupción. Creo que poca gente se negaría a pagar más para introducir las nuevas técnicas de curación de algunos cánceres, pero la mayoría nos negaríamos a subir los (ya disparados) salarios de los diputados. 

La ITV la pasa igual un currito con el salario mínimo y un miembro de la lista Forbes

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Orillada la raíz del problema (crecimiento vegetativo negativo y pirámide poblacional regresiva) y manipulado el debate fiscal al eludir el tema del gasto público, la discusión sobre los impuestos no es más que un zoco electoral en el que apenas si cabe algo más que populismo, mentiras, manipulaciones y discursos sesgados. 

Hace no muchos días que Fernández Vara construía un discurso delirante, en el que se enorgullecía de no bajar impuestos al mismo tiempo que anunciaba, literalmente, «la mayor bajada de precios y tasas públicos que se haya hecho nunca». Una tasa es un impuesto, y si se bajan tasas se bajan impuestos, y si se bajan impuestos se bajan ingresos, y si se bajan ingresos hay que reducir gastos. Hay que decir en qué se reducen gastos. 

Pero es que, además, bajar tasas es probablemente lo más injusto que hay, porque la ITV la pasa igual un currito con el salario mínimo y un miembro de la lista Forbes. Existe, pues, un doble engaño: que una tasa no es un impuesto y que bajar una tasa es justo socialmente. 

El ejemplo de Vara es solo el último. Habrá más. Ya hemos asistido a varios volantazos del Gobierno, a incoherencias entre los dos partidos que lo componen y a diferencias incomprensibles entre líderes autonómicos de los mismos partidos. No deberíamos preocuparnos por el mercado persa de campaña electoral, pero sí de que la política española hace tiempo que solo es una inmensa, interminable e insoportable campaña electoral.

*Licenciado en CC de la Información

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