Opinión | Tribuna

Consideraciones sobre la memoria histórica

Freud dijo que la memoria individual no es de fiar y, menos aún, la suma de las individuales, la colectiva

Históricamente, la cultura ha sido el arma más efectiva para el control social y político. Una cultura, en el caso de España, utilizada por la izquierda con fines partidistas e ideológicos durante más de cuarenta años. Contando, por supuesto, con el beneplácito de una tibia oposición que no ha sido capaz de atajarla ni hacerle frente. 

Ejemplo de ello es la mal llamada Ley de Memoria Histórica o Democrática. Una ley de mentiras que, con un uso sesgado de las instituciones, pretende el adoctrinamiento de la sociedad mediante la tergiversación de la historia. Pero olvida lo más importante: la objetividad y verdad de los hechos, la concordia, la reconciliación y el respeto hacia todas las víctimas de nuestra historia reciente. 

El concepto de memoria histórica no es más que una invención de la izquierda y una burda maniobra de manipulación política. Surgió en la década de los noventa, cuando se produce un viraje en la realidad política española, ocupando el enfoque victimista de la izquierda una posición dominante en los postulados de la corrección política. Victimismo, que no solamente son reacios a abandonar, sino que lo imponen como pilar básico de sus políticas. 

En los orígenes de la creación del concepto de memoria histórica jugó un factor decisivo el vuelco de la situación política que tuvo lugar cuando el PP ganó las elecciones de 1996 y 2000. La victoria de la derecha creó la situación idónea para que un sector de la izquierda, incluso la más moderada, adoptara la memoria histórica como argumento contra su gran rival político, entonces los populares, hoy Vox. 

Freud dijo que la memoria individual no es de fiar y, menos aún, la suma de las individuales, la colectiva. La única colectiva es el ritual mediatizado por la ideología. El poder ritualizarla para ser poder. La memoria ritual es desmemoria. Es el ‘trágala’ servil. La historia española contemporánea es una lucha por la legitimidad en la que sus contendientes se lanzan sus muertos a la cabeza. Debemos evitar la intoxicación de la ideología. De ahí la necesidad imperiosa de una ley que vele por la concordia, la reconciliación, el respeto y, sobre todo, la verdad. Con Vox en el gobierno de Extremadura, pronto será una realidad. 

*Diputado de Vox

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